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El Sinn Fein aprueba con una gran mayoría el acuerdo de paz sobre Irlanda del Norte

El movimiento republicano irlandés abrió ayer una nueva página en su estrategia política con la aceptación por el 95% del Sinn Fein del Acuerdo de Stormont y la abolición de su tradicional estrategia abstencionista en el congreso extraordinario que celebró en Dublín. Entre los asistentes se encontraban cuatro presos del Ejército Republicano Irlandés (IRA) a los que la ministra británica para Irlanda del Norte, Mo Mowlam, concedió un permiso de 48 horas. Con esta «medida excepcional», Mowlam quiso respaldar el apoyo al proceso de paz de los dirigentes republicanos.

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Al inaugurar el debate en la Royal Society de Dublín, donde se concentraron unos 1.500 delegados del Sinn Fein y de su rama militar, el Ejército Republicano Irlandés (IRA), el presidente del partido, Gerry Adams, declaró el carácter «histórico» de la jornada para la «lucha republicana». Con sus propuestas en favor del Acuerdo de Stormont, suscrito el pasado 10 de abril por los principales partidos norirlandeses y los Gobiernos de Dublín y Londres, y de la participación directa de los diputados republicanos en la futura Asamblea de Belfast, la ejecutiva del Sinn Fein sienta las bases de una nueva estrategia política. La acción combinada del «voto y las armas», vigente desde hace décadas, comienza a resquebrajarse en favor de la lucha exclusivamente democrática de una fuerza política que arrastra cerca del 20% del electorado norirlandés.Adams y el número dos del partido, Martin McGuinness, contaron ayer con la ayuda de cuatro presos del IRA, condenados a cadena perpetua, incluido el jefe del colectivo de la cárcel norirlandesa de Maze, Padraic Wilson, excarcelados por el Gobierno británico durante un plazo de 48 horas. «Hemos tomado esta excepcional medida para promover el debate global sobre el Acuerdo y favorecer el proceso de paz», justificó Mowlam. La iniciativa revela la importancia que el Ejecutivo laborista concede a los presos paramilitares que, de aprobarse el documento en los próximos referendos, lograrán la libertad condicional antes del año 2000. «No habrá un acuerdo político definitivo hasta que los prisioneros queden libres», dijo Adams.

La presencia de Wilson y sus compañeros de armas en el congreso fue crucial a la hora de poner fin a la política abstencionista. La propuesta, que se limita a las instituciones norirlandesas y no implica la toma de posesión de los dos escaños que el Sinn Fein ganó en las últimas elecciones al Parlamento de Londres, obtuvo el apoyo del 95% de los asistentes con derecho a voto. «Hemos tenido un debate constructivo y positivo. Existe aprensión entre una fracción pequeña de los delegados, pero el ambiente que se percibe en toda la isla en este momento tiende a la participación en la asamblea para avanzar nuestros objetivos republicanos de lograr una Irlanda unida», defendió McGuinness.

En los últimos días el IRA modificó sus estatutos para permitir que sus miembros con doble afiliación, en la organización armada y en el Sinn Fein, ocupen sus escaños. El partido siguió ayer los mismos pasos y aprobó la reforma de sus estatutos en una histórica decisión que en el pasado causó divisiones. Aunque en menor medida que la fractura de los años sesenta, cuando nació el actual IRA Provisional, la abolición de la política abstencionista volvió a abrir una brecha este fin de semana.

El autoproclamado IRA Auténtico, surgido de un grupo estimado en unos 50 disidentes republicanos del llamado Soberanía de los 32 Condados (los 26 de la República más los seis de Irlanda del Norte), inició la noche del sábado su guerra: hizo estallar un mortero en un pueblo fronterizo del Ulster. «Se equivocan», señaló Mitchel McLaughlin, otro líder del Sinn Fein. «El proceso ha creado una alternativa que vuelve obsoleto a este tipo de grupos». McLaughlin advirtió, sin embargo, que los actos violentos de los disidentes continuarán hasta que se den las «condiciones políticas» propicias para una paz durarera.

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Al aceptar el Acuerdo de Stormont y la asamblea autonómica, el movimiento republicano, afirma Adams, entra en una «nueva fase» sin renunciar a su objetivo de poner fin a la «partición de la isla, al veto unionista y al dominio británico».

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