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Reportaje:

La hepatitis C, un virus esquivo frente a las vacunas y los fármacos

La falta de un registro nacional específico impide saber el número de casos

Saber que se han contagiado del virus de la hepatitis C ha cambiado la vida de muchos valencianos estos meses. Estaban sanos antes de pasar por un quirófano, en algún momento de los últimos tres años, y en la mayoría de los casos por procesos leves. El virus C, descubierto a finales de 1989, es el más lesivo para el hígado de los ocho conocidos hasta ahora que atacan expresamente a este órgano vital. Ellos aún no saben cómo se han contagiado. La evidencia científica actualmente sólo certifica como vías de contagio comprobadas la sangre o derivados sanguíneos, los pinchazos accidentales y el uso de drogas inyectables. Las estadísticas internacionales todavía sitúan entre un 30% y un 40% los contagios de vía desconocida.Se trata de un virus, de la familia de los flavirus, esquivo a un posible control preventivo o terapéutico. Y Vicente Carreño, hepatólogo y presidente de la Fundación para el Estudio de las Hepatitis Virales, explica por qué: «El virus C tiene seis genotipos y hasta 74 subtipos y variantes». Ante tal mutabilidad, ¿cómo acertar con una vacuna eficaz contra todas las variantes o dar con un fármaco que sea efectivo?, se preguntan todos los días los investigadores.

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Incidencia

Precisamente por el hecho de que no hay una vacuna preventiva se justifica el que en España no exista un registro nacional de incidencia de hepatitis C como tal, según confirma Francisco Babín, subdirector de Epidemiología del Instituto Carlos III de Madrid. Babín explica que no tiene sentido desde el punto de vista del control epidemiológico. Carreño tampoco ve mayor problema en la falta de un registro de hepatitis C. «Lo que sí sería muy útil es que todo el mundo que tuviera la mínima sospecha se hiciera análisis para detectar la enfermedad cuanto antes», manifiesta.Las hepatitis son enfermedades de declaración obligatoria, se registran independientemente las de tipo A y tipo B; pero la C se agrupa con la Delta, lo que impide desglosar el número de casos de cada una. Sólo algunas comunidades, entre ellas la valenciana, tiene registro separado, afirma Babín.

Los cálculos de incidencia de hepatitis C, según los distintos especialistas consultados, varían entre el 1% y el 2% de la población española, es decir, entre 500.000 y un millón de ciudadanos. Hasta 1993 no se generalizaron las pruebas de detección de este virus en la sangre destinada a transfusiones y hemoderivados, razón por la cual muchos de sus receptores anteriores a esta fecha fueron contagiados.

Jesús García Álvarez, jefe de la Unidad de Digestivo del hospital de Getafe, quita hierro a la alarma producida estas semanas entre la población contagiada o con sospechas. «Un 50% de quienes entran en contacto con el virus se curan», asegura. Es decir, su hígado permanece intacto tras desarrollar una hepatitis aguda que en muchos casos ni habrá dado síntomas. Es más, el 90% de las hepatitis tipo C se detectan en análisis rutinarios de sangre sin la menor sospecha de que el virus ya está activo.

«En otro 50% se desarrolla una hepatitis crónica (inflamación crónica del hígado)», explica el especialista en digestivo. «De éstos hay pacientes con muy poca actividad viral y a ellos simplemente se les recomienda hacerse análisis anuales para controlar el nivel de las transaminasas (enzimas hepáticas que se liberan de las células cuando éstas se necrosan). No requieren una dieta especial. Simplemente evitar el alcohol y otros tóxicos», indica García Álvarez.

Por el contrario, si las transaminasas están altas se recurre a tratamiento farmacológico con los dos productos en el mercado indicados para ello. Es muy agresivo y muy molesto para el paciente, además de muy caro. Pero por el momento se están consiguiendo curaciones en uno de cada cinco enfermos tratados. García Álvarez matiza que se utiliza preferentemente en aquellos pacientes con sospechas de que su hepatitis C crónica puede evolucionar hacia una cirrosis.

Cirrosis

Porque de este 50% de personas con hepatitis C crónica puede terminar padeciendo una cirrosis (destrucción irreversible de tejido hepático) y otro 20%, un cáncer hepático. Aquí García Álvarez quiere también sembrar una esperanza. «Es verdad que la cirrosis es una enfermedad muy agresiva. Pero yo siempre digo que la cirrosis es como un largo pasillo, en el que podemos coger al enfermo al principio, al medio o al final. Yo tengo enfermos que llevan viviendo 30 años con cirrosis porque se les detectó muy a tiempo», insiste.

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