El debate sobre el Tercer Milenio se centra en el «deber de la injerencia» de la ONU
Hay que evitar que vuelvan a suceder barbaries como la de Ruanda. Bajo esta premisa comúnmente aceptada, el máximo responsable de la sanidad francesa y cofundador de Médicos Sin Fronteras, Bernard Kouchner, propuso ayer en Valencia que la ONU codifique el «deber de la injerencia», por encima de la soberanía de los países, para proteger a las minorías y «a los que sufren». Una injerencia que ha de tener, en principio, un carácter preventivo y disuasorio, al igual que el ejército internacional por cuya creación también abogó Kouchner. Su brillante y humanitario discurso provocó numerosas reacciones entre los expertos que ayer participaron en la segunda reunión del congreso Responsabilidades y deberes humanos en el Tercer Milenio, que organiza el Ayuntamiento de la ciudad bajo el patrocinio de la Unesco. «¿A quién pertenece el sufrimiento de los demás?», preguntó retóricamente Kouchner, uno de los políticos y activistas más populares de Francia. «Goldstone lo sabe bien; a todos los hombres», respondió mirando al presidente del congreso y ex fiscal jefe del tribunal de la ONU de crímenes de guerra, el surafricano Richard Goldstone.
El que ha sido calificado como «el Malraux de la era mediática» intentó convencer al auditorio sobre la viabilidad de su propuesta -«los juristas han de trabajar en ella», apuntó-, e incluso advirtió de que África está dando los primeros pasos en la creación de un ejército continental para intervenir en determinados conflictos. Kouchner explicó que la injerencia debe responder a «un llamamiento de una comunidad que sufre». También argumentó que no sirve de nada llegar tarde a los conflictos y defendió la actuación internacional en los casos de Albania y Macedonia, a pesar de los sonados fracasos en Bosnia o Ruanda.
«¿Y quién decide dónde se ha de intervenir y cuáles son las señales?», preguntó la presidenta de la comisión mexicana para la defensa de los Derechos Humanos, Marieclaire Acosta, participante en este segundo encuentro del congreso, cuya finalidad es redactar un borrador de una carta universal de los deberes y responsabilidades del hombre que se entregará a la ONU.
El eurodiputado socialista Enrique Barón, por su parte, se interesó por el tipo de adaptación que tendría que realizar la ONU y prefirió el uso del término intervención al de injerencia.
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