La Primavera Fotográfica dedica su 9ª edición a Francesc Català Roca

Esta semana se ha abierto oficialmente la 9ª edición de la Primavera Fotográfica, que se celebra en Cataluña, dedicada este año a la memoria del fotógrafo catalán Francesc Catalá-Roca, fallecido el pasado 5 de marzo. El festival fotográfico, con 150 exposiciones, se prolongará hasta el próximo 31 de mayo. En esta nueva edición se ha reavivado el debate sobre la continuidad de esta bienal fotográfica. Su director, David Balsells, asegura que es necesaria mientras la fotografía siga siendo la hermana pobre del arte. Sin embargo, un grupo de fotógrafos critican la concentración de exposiciones por no reflejar la realidad del sector y aducen que la selección responde más a criterios cuantitativos que cualitativos.

Han transcurrido ya 16 años desde que un grupo de fotógrafos decidieron remediar el enorme desinterés general por su actividad creativa, muy marginada en España en comparación con otros países. Así nació la Primavera Fotográfica. En cada edición, la ya tradicional bienal artística, organizada por la Generalitat de Cataluña, ha ido aumentando el número de participantes y exposiciones, hasta llegar este año a 150 exhibiciones, que se han estructurado en apartados temáticos: patrimonio, nuevas tecnologías, fotografía y política y vanguardias. David Balsells, director de la Primavera Fotográfica, reconoce que entre la primera edición de la bienal y la que se ha iniciado esta semana la situación de la fotografía ha mejorado sensiblemente. Sin embargo, considera que toda vía queda un largo camino por recorrer para conseguir que la fotografía deje de ser la hemana pobre del arte y que la bienal que él dirige debe seguir contribuyendo a que ello sea una realidad. La Primavera Fotográfica es un motor que puede dinamizar muchas estructuras dormidas hasta ahora", asegura.

"Gracias a esta bienal, la Generalitat ha iniciado una colección de arte dedicada a la fotografía, se le ha creado un departamento específico en el Museo de Arte Contemporáneo de Cataluña (MNAC), para muchos autores jóvenes es una oportunidad única para exponer y dar a conocer su obra, es un punto de encuentro entre fotógrafos y programadores de otros países, que en muchas ocasiones se traduce en contactos para montar exposiciones fuera de España". Pese a estas virtudes, que David Balsells enumera con soltura, desde hace cerca de cuatro años se alzan voces críticas, mayoritariamente de fotógrafos catalanes prestigiosos y con amplia proyección internacional, que consideran que el gran número de exposiciones que programa la Primavera no tienen una continuidad en el ámbito institucional el resto del año para conseguir una verdadera equiparación de la fotografía con el resto de las manifestaciones artísticas.

Entre las voces más críticas sobresale la de la fotógrafa Colita, quien dice de la bienal: "Es un castillo de fuegos artificiales del que después no queda nada, porque no tiene sentido concentrar tantas exposiciones en tan poco tiempo, y dejamos sin fotografía el resto del año".

Según Joan Fontcuberta, uno de los principales representantes de la fotografía artística catalana, el problema radica en que "hay demasiada cantidad y poca calidad". Leopoldo Pomés considera que uno de los principales errores de la bienal radica en el desdén hacia determinados géneros. "Se pretende mucha vanguardia, pero esto aparta y deja bastante fuera de lugar el fotoperiodismo y a determinados retratistas. Al final se convierte en un gueto de gente exquisita".

"Estoy al corriente de las críticas, sería estúpido que no lo estuviera", afirma Balsells."Pero sucede que muchas de ellas se deben a la falta de información por quienes las emiten. Muchas veces se olvida que la Primavera Fotográfica es un festival, como lo es la Feria Arco. Nadie denuncia que en Arco haya demasiados artistas, como nadie espera que todos sean buenos", asegura el director, que, sin embargo, anuncia con vistas a próximas ediciones posibles cambios en la estructura. "La Primavera se redefine continuamente", asegura.