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Los obispos optan por la continuidad al elegir como secretario al moderado Asenjo

El prelado auxiliar de Toledo sucede a José Sánchez, su principal avalista

Los obispos españoles optaron ayer por la continuidad más absoluta eligiendo para sustituir a José Sánchez en el cargo de secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española al obispo auxiliar de Toledo, Juan José Asenjo Pelegrina, de 52 años, que fue hasta hace poco vicesecretario de la Conferencia. La votación sirvió también para despejar algunas incógnitas, como la que apuntaba hacia una deriva del conjunto de la jerarquía eclesial hacia posiciones más conservadoras a causa de los últimos nombramientos del Vaticano. Pero no ha sido así. Tanto Asenjo como Sánchez, con todos los matices, representan el sector moderado de la Iglesia española.

Asenjo fue elegido en la primera votación y por una mayoría abrumadora de sufragios, si bien es cierto que a media mañana se había hecho una votación de sondeo que fue determinante para que todo se decidiera en la primera vuelta. Los otros candidatos eran Jesús Esteban Catalá Ibañez, obispo auxiliar de Valencia; Antonio Algora Hernando, obispo titular de Teruel-Albarracín, y Rafael Sanús, obispo auxiliar de Valencia. Asenjo y los dos primeros habían sido propuestos directamente por la Comisión Permanente, mientras que Sanús contaba con el aval escrito de once obispos. De los 76 prelados presentes, 48 optaron por el nuevo secretario general, 16 por Sanús, 8 por Algora y uno por Catalá. Hubo también un voto en blanco. Nacido en Sigüenza el 15 de octubre de 1945, Asenjo estudió en el seminario de esa diócesis y en la Facultad de Teología de Burgos. Se doctoró en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, para volver como sacerdote a su tierra natal. A Madrid le llevó el obispo de Sigüenza-Guadalajara José Sánchez, secretario saliente de la Conferencia Episcopal, que en 1993 le propuso para el cargo de vicesecretario. En ese puesto permaneció hasta que fue nombrado obispo titular de lziriana y auxiliar de Toledo, por el Vaticano, el 27 de febrero de 1997.

Su identificación con Sánchez es tal que ayer hubo incluso quien habló del "clan de Guadalajara", si bien se debiera haber citado mejor Sigüenza. Asenjo tampoco escondió en ningún momento su relación con su antecesor en el cargo, al que llamó "padre" y "hermano" y de quien, dijo, aprendió "grandes lecciones de amor, entrega y generosidad a la Iglesia, así como de entusiasmo y de gran temple y serenidad en los momentos difíciles".

También explicó que presentía el nombramiento y que aceptó el cargo con "temor y temblor" por la responsabilidad adquirida, aunque también con "esperanza".

Señales

Si bien es cierto que su nombre estuvo en todo momento entre la extensa lista de aspirantes, no lo es menos que en los últimos días el que con más fuerza sonaba era el del obispo auxiliar de Madrid Fidel Herráez, que ayer ni siquiera entró en la votación. Algunos observadores señalaban este hecho como una reacción del colectivo obispal frente a la Figura emergente del cardenal arzobispo de Madrid Antonio Maria Rouco, a quien se sitúa como principal candidato para sustituir el año que viene a Elías Yanes en la presidencia de la Conferencia Episcopal, y que así habría contado con un gran apoyo.

Otras fuentes señalaban que la continuidad de la línea moderada marcada por Sánchez supone también una señal hacia el nuncio del Vaticano, Lajos Kada, más cercano a posturas conservadoras.

Asenjo fue muy parco en palabras; pidió que se le concediera un periodo de tiempo para reflexionar y sólo dijo que de momento seguirá desempeñando también el cargo de porta voz de la Conferencia, al igual que su predecesor, si bien se replanteará esta situación dentro de unos meses. Es ésta una de las cuestiones polémicas que deja sánchez sobre la mesa; el hombre cuya "política informativa ha reportado a la Iglesia una presencia inusitada en los medios", tal y como lo definió ayer el jefe de prensa de la Conferencia Episcopal.

La despedida de Sánchez tuvo su carga de emotividad. Él mismo quiso echar tierra encima de los últimos conflictos que ha protagonizado; el más notorio de todos, su defensa de las salidas de tono de los contertulios de la Cadena COPE -propiedad de la Iglesia- con el argumento de la libertad de expresión.

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