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LA GRAN FIESTA DE LA LECTURA

El escritor Mia Couto novela en 'Tierra sonámbula' la guerra civil en Mozambique

"Tengo 42 años y he pasado la mitad de mi vida en guerra". El escritor y periodista mozambiqueño Mía Couto (Beira, 1955) encierra en esta frase la explicación de por qué su literatura está teñida del color plomizo de la lucha armada. Autor de numerosos libros, la editorial Alfaguara acaba de traducirle al español su primera novela, Tierra sonámbula, en la que el autor habla de la larga guerra civil de su país en un lenguaje cargado de metáforas. La novela está escrita en 1992, en un momento en que Couto "creía que la guerra no iba a acabar nunca", y se convirtió para el autor en un mecanismo "para olvidar". "Muchos amigos míos habían sido asesinados y necesitaba despedirme de esa memoria", explica. En el libro hay mucho dolor, pero no resentimiento: "La guerra es una cosa presente no sólo en mis libros, sino en todo el arte mozambiqueño, porque al mismo tiempo que ofrece una visión del horror del mundo proporciona una ocasión única para expresar cosas muy bellas del alma humana que no se revelan en una situación normalizada", afirma el escritor.

Mia Couto, en su día director de la agencia de noticias de su país, amén de una revista y un periódico locales, se inició en el terreno de la literatura por la senda de la poesía. Tras su primer libro, Raiz de orvalho (1983), no ha vuelto a cultivar el género. Pero niega haberlo abandonado: "Pienso que siempre escribo poesía, aunque de otra forma, con otro vestuario".

El libro se estructura en dos niveles. El primero sigue la suerte de un chico y su anciano cuidador, unidos en el empeño de conservar la vida. En su camino ambos hombres hallan las notas personales de un tercero, supuestamente fallecido, y a partir de ese momento intercalan las peripecias de su existencia con la lectura del diario del desconocido. El título de Tierra sonámbula "es un elogio al último bastión de resistencia, a la capacidad de los hombres de reinventarse a sí mismos", subraya el autor. El libro está cargado de superstición, de tradiciones, de muertos que atormentan a los vivos. No en vano los mozambiqueños creían que su guerra civil se debía al descontento de los difuntos con sus descendientes. Se trata, sin embargo, de una religiosidad tan plural como la lengua en que está escrita originariamente la novela.

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