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Siza y Souto de Moura dedican el pabellón principal de la Expo 98 a los navegantes

El edificio de Portugal mostrará "Ia contribución de sus marinos a la civilización"

Los navegantes portugueses abrieron las primeras rutas comerciales y contribuyeron decisivamente al desarrollo de la civilización. Ése es el mensaje que difundirá el pabellón portugués de la Expo 98 de Lisboa, uno de los emblemas de la muestra universal, que ha sido diseñado por los arquitectos de Oporto Álvaro Siza Vieira y Eduardo Souto de Moura. Este último afirma que el pabellón pretende transmitir un inequívoco legado: "Portugal no es un pequeño país escondido en una esquina de Europa, sino una nación que contribuyó al progreso de la civilización".

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El pabellón de Portugal, cuyo espacio expositivo ha sido diseñado por Souto de Moura y construido por Siza Vieira, será "la sala de visitas" del país anfitrión de la Expo 98, en el año en que se conmemora el 500º aniversario del primer viaje de Vasco de Gama a la India. Siza Vieira explica que el pabellón "ha sido construido con el propósito de ser emblemático y singular", dado que dominará la plaza central de la muestra, donde se concentrarán los edificios permanentes, y está diseñado para convertirse en un símbolo de la Expo de Lisboa.En las antípodas de los museos tradicionales gracias a las nuevas tecnologías, el pabellón de Portugal, comisariado por Simonetta Luz Afonso, está dividido en tres áreas expositivas: Sueños, mitos y realidades, donde se evocan los deseos y aspiraciones del hombre hacia ese mundo desconocido; Los constructores de los océanos, dedicado a la contribución de los navegantes portugueses, y Los inventores del futuro, que alertará sobre los peligros que acechan a la conservación de los mares.

Eduardo Souto de Moura explica que "el objetivo central del museo será recordar la historia de los navegantes portugueses y la propia historia de Portugal para acabar, de una vez por todas, con esa visión un poco heroica de que conquistamos casi todo y ahora no queda nada, porque no es así. Los portugueses hemos legado una cultura, una lengua y un mestizaje por todo el mundo; en América, en Asia o en África".

Los dos arquitectos están vinculados a la escuela de Oporto. Eduardo Souto de Moura (Oporto, 1952), el más joven de una brillante generación de arquitectos nacidos en la desembocadura del Duero, opina que la "escuela de Oporto no existe como tal; hay una proximidad afectiva, pero no existe una identidad profesional, un proyecto intelectual colectivo". A su juicio, los arquitectos de Oporto, entre los que destacan Fernando Távora y Álvaro Siza Vieira, "no constituyen una escuela formalmente definida; una escuela es un proyecto colectivo que quiere transmitir una forma de ver el mundo, como ocurre en Francfort; pero aquí, en Oporto, no existe esa relación, aunque sí hay una proximidad física y afectiva muy intensa".

Influido por la escuela suiza (Herzog, Diener o Meili) en la búsqueda de la simplicidad y el confort, Souto de Moura sostiene que la arquitectura portuguesa "tiene algo de manierista, pero es extremadamente simple, rudimentaria y muy pragmática". Discípulo de Siza Vieira, en cuyo estudio trabajó durante 10 años, Souto de Moura se ha distinguido por concentrarse en los detalles y los materiales. En su opinión, Ios edificios rara vez son el resultado de las ideas de los arquitectos, sino de las legislaciones y las reglas, salvo la excepción de diseñar catedrales o museos; por eso yo me concentro en los detalles, para tratar de emocionar sin dejar de cumplir las normas".

Claridad

El exportador del movimiento moderno portugués, Álvaro Siza Vieira, de 65 años, explica que la arquitectura "debe buscar, antes que nada, la claridad, la simplicidad". El discípulo de Fernando Távora sostiene que "simplicidad y simplismo son conceptos sabiamente opuestos, así como unidad y diversidad no lo son. La simplicidad resulta del dominio de la complejidad y de las contradicciones internas (y externas) cuando una nueva estructura se enfrenta con la que la precede y rodea, asumiendo un destino no previsible"Al contrario que Souto de Moura, el fundador de esta generación, Fernando Távora (Oporto, 1923), sí cree que existe una escuela de Oporto, que se distingue, fundamentalmente, por tener su origen en una ciudad que nunca fue capital". En su opinión, esta escuela viene definida por las características de la ciudad: "oscura, montañosa, granítica, frente a una ciudad calcárea (Lisboa), con un río luminosísimo".

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