El enfrentamiento con Rusia rompe la coalición de gobierno en Letonia
La coalición gobernante en la república ex soviética de Letonia se quebró ayer como consecuencia del deterioro de las relaciones con Rusia, cuyo presidente, Borís Yeltsin, pidió a sus ministros que busquen la forma de evitar ese país báltico como paso del petróleo exportado a Occidente. La retirada del izquierdista Partido Democrático, el más fuerte de los seis de la coalición, y que contaba con cinco de las 18 carteras, deja al Gobierno en minoría en el Parlamento (45 de 100 escaños), pero no es probable que se adelanten las elecciones.El primer ministro y líder del partido de la Libertad y la Patria, Guntar Krasts, descartó ayer que vaya a dimitir y probablemente intentará gobernar con el apoyo externo de un grupo centrista que tiene seis diputados. Con las legislativas previstas para dentro de seis meses, parece convencido de que no merece la pena disolver ahora la Cámara.
El Partido Democrático dio el portazo como protesta por la actitud de Krasts, que "impide atender las recomendaciones de diversos Estados europeos y provoca un grave deterioro de las relaciones con Rusia". La situación se ha puesto al rojo vivo en los últimos meses por el trato que se da en el país báltico a la minoría rusa, compuesta por unas 700.000 personas, el 30% de la población.
Pensionistas vapuleados
Las imágenes recientes de pensionistas vapuleados por la policía mientras se manifestaban por las calles de Riga reclamando sus derechos provocaron la indignación de la opinión, pública y del Parlamento ruso. El entonces primer ministro, Víktor Chernomirdin, llegó a insultar al primer ministro letón, y el Kremlin amenazó con sanciones económicas. La atmósfera se puso aún mas tensa cuando, el lunes, estallaba una bomba cerca de la Embajada rusa en Riga, sin heridos.El líder del Kremlin ha decidido aumentar la presión. Su portavoz, Serguéi Yastrzhembski, aseguró ayer que Yeltsin se inclina ya por la adopción de sanciones económicas. El desvío hacia otras rutas de las exportaciones de petróleo podría resultar fatal para el pequeño país báltico. El puerto letón de Ventspil recibió el año pasado el 11% del crudo vendido por Rusia al exterior, sólo por detrás del de Novorosiisk, en el mar Negro. Otra cosa es que Yeltsin pueda cumplir su amenaza sin que la economía de su país sufra también un serio perjuicio, ya que un oleoducto no se puede improvisar.
El primer ministro letón se niega a tomar medidas que faciliten la integración y nacionalización de la minoría rusa, y hace oídos sordos a Moscú y a la Unión Europea, un club en el que el país báltico quiere entrar lo antes posible, aunque no esté en el grupo de cabeza. Las peticiones de moderación no sólo son externas al Gobierno. Varios grupos de la coalición, que incluye desde nacionalistas a ex comunistas, intentan sin éxito hacer cambiar de actitud a Krasts.
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