_
_
_
_
Entrevista:Jacques Delors | Ex presidente de la Comisión Europea

"Ahora hay que hacer la unión política"

Lluís Bassets

Pregunta. Hace diez años, en junio de 1988, el Consejo Europeo de Hannover le encargó la redacción del plan que lleva su nombre sobre la moneda única. ¿Qué balance hace ahora, justo cuando el euro está a punto de ser una realidad?Respuesta. Es un resultado casi inesperado que la moneda única vea la luz antes del fin de siglo. Si hubiéramos dicho esto a los jefes de Estado y de Gobierno en Hannover nadie lo habría creído.

P. ¿Creyó usted entonces que era una propuesta quimérica?

R. No. Después del Acta única y del primer paquete estructural, creía que la fase siguiente debía ser la unión económica monetaria (UEM), y que era bueno empezar a reflexionar, dado que en la época había una cierta euforia gracias al objetivo del mercado único de 1992, al crecimiento económico y al aumento de las inversiones y de los puestos de trabajo. Hay que acordarse de la excelente atmósfera de la época.

P. ¿Qué ha quedado incompleto de sus planes iniciales?

R. Cuando la revisión de un tratado se prepara mediante un comité de sabios, los resultados son mejores. Hay que comparar la diferencia entre el plan monetario de Maastricht, elaborado por un comité de sabios, y el aspecto político, sin comité alguno. El primero es claro y práctico. Esta es la lección a tomar para el futuro. Sobre todo cuando los europeos acometan la reforma institucional con motivo de la gran ampliación. En segundo lugar, el Tratado de Maastricht tomó lo esencial de la arquitectura propuesta por el comité Delors, a la que se añadieron los criterios de convergencia. En relación a la aplicación del tratado, observo un desequilibrio entre el núcleo económico y el núcleo monetario.

P. ¿Tenemos unión monetaria pero no económica?

R. Claro. Pero la idea del núcleo económico no significa poner en duda la independencia del banco central. ¿Imagina usted en Alemania un banco central y frente a él, no un Gobierno federal, sino meramente un grupo de altos funcionarios? Es absurdo, pero es lo que tenemos en Europa. Éste es el objeto de mi insatisfacción. Yo había propuesto que, junto al pacto de estabilidad, hubiera una coordinación de políticas económicas. Es el paso que queda por franquear. Los optimistas dicen que la dinámica de la moneda única conducirá a los Gobiernos a hacer converger las políticas económicas todavía más. Los pesimistas dicen que se necesitan procedimientos específicos de coordinación económica.

P. Usted está entre los pesimistas.

R. Yo lucho por mis ideas.

P. ¿Es suficiente el llamado Consejo Euro X [consejo oficioso de los 11 ministros de economía de los países del euro para coordinar sus políticas]?

R. ¿Qué es el Euro X? Está muy bien que antes de las reuniones a 15 se reúnan a 11, pero no podrán tomar decisiones presupuestarias o sobre mercado único más que en el marco de 15.

P. Lo único que funciona bien ahora en la UE es la marcha hacia el euro.

R. Ésta es otra cuestión. Yo digo que nadie habría pensado que hace diez años se habría llegado a esto. Es un gran salto cuyas consecuencias se verán pronto. Como dice Raymond Barre, Europa sólo sabe hacer una cosa a la vez. Es la construcción de Europa por la economía a falta de poder hacerla por la política, con la idea de que la economía arrastrará la política. De pronto, los Quince se encuentran frente a la mayor ampliación nunca realizada, con 11 candidatos. Esto merece una reflexión y un debate. ¿Qué marco político e institucional necesitamos para esta nueva situación? ¿Cómo organizarse para úna Europa de 26? Y que no se diga que hay tiempo suficiente. No lo hay. Definir el cuadro político e institucional es definir el contrato de matrimonio y lo que tenemos en común. Esta cuestión es esencial. No podemos decir, como se ha dicho en Amsterdam, que llegaremos a 20 como llegamos a 15, porque con 15 el sistema ha perdido eficacia, es cada vez más oscuro y no es muy controlable en el plano político. La gran iniciativa que se espera para después de las elecciones alemanes es que los Quince nombren un comité de sabios que exploren el camino de forma que se pueda crear antes del 2000 la gran casa europea.

P. ¿Hay suficiente voluntad política para tomar esta decisión?

R. No. Pero yo me limito a proponer un método para avanzar.

P. ¿Estamos en un momento de minimalismo, de evitar la toma de decisiones?

R. Hay que dar de nuevo a la UE una perspectiva de futuro. Pero esto es precisamente lo que no gusta, porque es un factor de crisis entre los países socios. Lo normal es el desacuerdo. La realidad es que, gracias a la UEM, todos los países han mejorado su situación, sus presupuestos están saneados, han disminuido la inflación, los déficit públicos y los tipos de interés. Este esfuerzo no se habría hecho sin la UEM. Esto es lo que dirán los historiadores. Por eso debería haber empezado por ahí y no por pequeñas reservas. Es verdad que sólo se ha hecho esto y que no han tenido consecuencias las recomendaciones del Libro Blanco sobre el empleo, en términos de cooperación tecnológica, que habría permitido crear nuevas redes de infraestructuras y aumentar la competitividad. La aplicación del plan de la moneda única se dijo en su día que produciría una revuelta en Francia y no ha sido así. Es casi un milagro.

P. Se ha conseguido el objetivo.

R. Sí, pero ahora hay que maximizar las ventajas de la UEM. Durante el periodo precedente, los países que estaban retrasados progresaron más rápidamente que los otros. Fue el resultado dé la política de cohesión económica y social. Ahora hace falta conciliar las limitaciones que impone la UEM con la continuación de la cohesión económica y social, y la combinación entre cooperación, competitividad y solidaridad que ha sido siempre la clave de todos los avances.

P. El 3 de mayo no tendremos armonización ni fiscal ni social, un paquete financiero para los años 2000 a 2006 muy criticado y los problemas institucionales de la UE por resolver.

R. Hay algo nuevo. El Consejo de Ministros de Economía y Finanzas ha aceptado por primera vez hablar de armonización fiscal y ha aprobado un código de conducta. Las empresas también presionan para que exista un impulso de armonización fiscal, social y medioambiental.

P. ¿Hay instrumentos ya para abordar las crisis asimétricas [que pueden afectar a un país o un sector, pero no a toda la zona euro]?

R. Hay dos tesis sobre ellas. La mayoritaria dice que los riesgos son muy débiles en razón de la convergencia ya realizada. Otros ven riesgos mayores y creen que ya existen en forma de una crisis social, lo cual exige una mayor coordinación de políticas económicas. Por eso hay que insistir en que exista un polo económico que equilibre el polo monetario.

P. ¿Y el polo directamente político? ¿Cómo debe reformarse el sistema de decisión?

R. Todo depende de lo que llegue a ser la Gran Europa. ¿Acaso la Gran Europa comparte todos los objetivos de la Europa actual? Yo lo dudo. Si queremos una Gran Europa cuyo objetivo sea un gran espacio económico con políticas de acompañamiento y una política comercial exterior común, entonces se puede conservar la mayoría cualificada como está ahora. Pero en una Unión Europea con las ambiciones de una política exterior y de seguridad común (PESC) y de un espacio único de justicia e interior, será mucho más dificil. Ya lo dije cuando se aprobó el Tratado de Maastricht. Es difícil ahora con 15. ¿Cómo quiere que se llegue a 26 o 30? Es impensable que todos estos países tomen decisiones de PESC en común. No es posible hacer la Europa política a 25 o 30. Y hay que resolver este tema antes de la ampliación. En caso contrario, será la paralización y la aparición de graves problemas. Hay que diferenciar entre los que quieren seguir y los que no; si no, iremos todos a una Europa espacio, cosa que no está mal, pero que es insuficiente.

P. ¿Fuera del tratado?

R. Con dos tratados, uno para la Gran Europa y otro para la Europa política. No veo si no cómo se podrá llegar a un federación de Estados-nación. Lo que cuenta es saber si nos queremos dotar de una personalidad política hacia el exterior y un espacio político hacia adentro que permita al ciudadano comprender lo que es Europa y adherirse a ella.

P. ¿Están preparados alemanes y franceses, los principales protagonistas de la construcción europea, para la unión política?

R. No puedo hacer pronósticos ni criticar, puesto que quiero convencer. Pero es el momento de hablar claro. Lo que propongo ahora es sencillo, hacer la unión política por un lado y la Gran Europa por el otro. Cuando Felipe González y Mario Soares llegaron a la cumbre de Milán, en 1985, invitados todavía como candidatos, nos pareció a todos que pertenecían a la familia desde siempre. Ahora ya no es así.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_