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Reportaje:

Las tres coronas enfermas

La mala salud de los reyes de Arabia Saudí, Marruecos y Jordania ha puesto en marcha sus procesos de sucesión

Las tres monarquías árabes más importantes del mundo están enfermas. Los reyes Fahd de Arabia Saudí, Hassan II de Marruecos y Hussein de Jordania padecen desde hace varios años serios trastornos en su salud. Los tres han decidido asumir con valentía la situación, impulsando un suave proceso de sucesión con el que pretenden evitar sobresaltos políticos y garantizar un tranquilo traspaso de poderes. Es la herencia que quieren legar a sus súbditos.FAHD. El rey Fahd de Arabia Saudí tiene 76 años de edad. Los primeros síntomas alarmantes de salud se hicieron públicos en noviembre de 1995, cuando el soberano sufrió un repentino ataque de hemiplejía. La enfermedad le llevó a permanecer ausente del poder durante cinco semanas y a traspasar todas sus atribuciones y prerrogativas a su hermanastro Abdulá, sólo dos años menor que él, pero con mucha mejor salud.

El monarca de Arabia Saudí recuperó en enero de 1996 el control del país, pero no la salud, por lo que prefirió mantener en la semipenumbra del poder al príncipe Abdulá, que ha venido administrando y solucionando los problemas cotidianos del reino durante estos últimos años. El heredero ha llenado así, con discreción y si lencio, las reiteradas ausencias del rey Fahd provocadas por sus recaídas.

El rey Fahd sufrió su último tropezón hace poco más de una semana, cuando los médicos le diagnosticaron una infección biliar y le aconsejaron su internamiento en un hospital de Riad, llegándose incluso a rumorear una posible intervención quirúrgica. El monarca abandonó la clínica cuatro días más tarde, reintegrándose a su palacio del Norte, en el desierto, lejos de la capital, donde las secuelas de su hemiplejía, de la artrosis de su rodilla, de su infección vesicular y de sus pérdidas de memoria están permanentemente atendidas y vigiladas por sus médicos. El príncipe Abdulá ha empezado ya a gobernar en Arabia Saudí. La primera decisión ha sido someter al país a un proceso de austeridad económica, lo que le ha llevado a frenar la carrera armamentística iniciada por el actual soberano.

Riad está distanciándose de la órbita política de Estados Unidos, lo que le permitió, con ocasión de la reciente crisis, alienarse con Irak y negar a la Casa Blanca el permiso para utilizar las bases aéreas desde donde debían despegar los aviones estadounidenses que pretendían bombardear los centros en los que supuestamente se escondía armamento químico en Irak.

El heredero saudí parece haber olvidado las amistades y los consejeros militares de Estados Unidos que le han venido rodeando durante las tres últimas décadas, cuando se encontraba al frente de la Guardia Nacional, un cuerpo de élite encargado de la protección del rey y de los campos petrolíferos. Sus asesores, como su esposa, son ahora de origen sirio o, en su ausencia, de formación libanesa, y parecen mucho más dispuestos a compartir con él sus firmes criterios nacionalistas.

HASSAN II. El delicado estado de salud del rey Hassan II de Marruecos, de 68 años, es un secreto a voces. Sobre todo, desde que en octubre de 1995 se viera aquejado en Nueva York de una infección pulmonar que le obligó a suspender un discurso que debía pronunciar en la sede de Naciones Unidas y a sufrir un internamiento. Los rumores referentes a la salud del soberano son la comidilla permanente en la corte de Rabat, donde se asegura, además, que el monarca está permanente atento y preocupado por cualquier tipo de síntoma.

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Los servicios consulares de la Embajada estadounidense en la capital marroquí recibieron hace ocho meses la petición de medio centenar. de visados de diferentes miembros de la corte que, al parecer, debían acompañar al soberano en un viaje a Estados Unidos, para ser sometido a un chequeo médico. El viaje quedó aplazado por propia decisión del monarca, que estaría ahora mucho más decidido a desplazarse y someterse a los cuidados de los médicos norteamericanos.

El hermetismo y la opacidad de la corte de Rabat impiden establecer con claridad un diagnóstico. La hipótesis de un supuesto cáncer de colon se basa entre otros indicios, en esa consulta urgente que el monarca alauí efectuó a diversos proctólogos internacionales, a los que citó conjuntamente hace unos anos en el palacio de Skirat, y entre los que se encontraba un médico catalán. Ahora se habla de problemas bronquiales, pero también otros que le afectarían al corazón y que harían aconsejable una intervención quirúrgica.

La sucesión del rey Hassan está asegurada por su hijo primogéníto, el príncipe heredero Sidi Mohamed, de 35 años de edad, que en los últimos dos años ha venido asumiendo un protagonismo cada vez más importante en la vida política del país. El príncipe sustituyó en octubre de 1995 a su padre en la sede de Naciones Unidas, leyendo en su nombre el discurso que debía pronunciar él con ocasión del cincuentenario de la institución.

El príncipe Sidi Mohamed ocupa lugares estratégicamente importantes dentro del organigrama del Estado. Desde el mes de julio de 1994 tiene el grado de general de división y desempeña las funciones de coordinador del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Reales, lo que le convierte en el número dos del Ejército, detrás de su padre.

El príncipe Sidi Mohamed parece estar lejos aún de gobernar en Marruecos, pero ha desempeñado ya importantes funciones y misiones. En el verano de 1996 se sentó en la mesa de negociaciones frente a los dirigentes del Frente Polisario, pocos meses después de que tendiera un puente entre la Corona y los partidos de la oposición democrática, haciendo posible que la Unión Socialista de las Fuerzas Populares esté hoy en el Gobierno de la nación.

HUSSEIN. "He estado enfermo durante meses", escribió el pasado mes de febrero el rey Hussein de Jordania en una carta pública dirigida a su pueblo. La misiva, fechada en Londres, ponía al descubierto que el soberano estaba aquejado de una misteriosa infección bacteriológica de origen desconocido que le venía atacando el sistema linfático y que le estaba produciendo fiebre muy alta, pérdida de peso y fatiga.

Hussein de Jordania, de 62 años de edad, había mantenido, hasta la fecha de publicación de esta carta, un hermético silencio en torno a su enfermedad, a pesar de los continuados rumores, difíciles de apagar, sobre todo en esa Corte provinciana de Ammán, en la que cualquier noticia relacionada con el monarca es rápidamente difundida y aireada a los cuatro vientos.

El rey hachemí buscó la discreción y el silencio en los hospitales de Estados Unidos y del Reino Unido, donde en los últimos años ha pasado largas temporadas de reposo y donde deberá volver en las próximas semanas para que se le efectúe un chequeo de "carácter rutinario". La clínica Mayo de Rochester, en Minnesota, está preparada ya para recibir al monarca, aunque los últimos informes aseguran que todo va bien y que el tratamiento impuesto por los médicos ha empezado a surtir efecto.

Aquella carta del rey tenía como primer objetivo informar a Jordania de su enfermedad, pero al mismo tiempo preparar a la población sobre el proceso de sucesión que desde hace varios meses ha empezado a protagonizar su hermano Hassan, 12 años más joven que él, quien poco a poco ha venido adquiriendo mayor protagonismo en la vida política del reino.

El príncipe heredero Hassan es un hombre de gran energía, con infinitos intereses intelectuales, que dan la imagen más bien de un catedrático de universidad que de un futuro rey. Quienes le conocen bien aseguran que habla con la rapidez y el atropello de una ametralladora, sobre todo cuando se siente impaciente e impotente ante las cuestiones burocráticas.

El heredero es un hombre polifacético al que le gusta jugar al polo, pero también asistir a las farrogosas sesiones de la Jordan's Royal Scientific Society, que él mismo fundara hace varios años. Sus conocimientos y su formación científica le permiten abordar con más facilidad los problemas económicos del reino, hacia los cuales su hermano, actual soberano, aseguran que siente un total aburrimiento.

El principal reto del príncipe Hassan son sus relaciones con las Fuerzas Armadas. Es difícil para un intelectual como él tratar de emular a un hermano, mitad rey mitad soldado, al que le apasiona pilotar un avión o manejar un carro de combate y que ha participado en varias guerras. Aunque en cualquier momento el heredero es capaz de sorprender a sus espectadores forzando una voltereta sobre la lona de un gimnasio de un acuartelamiento. Él también está protagonizando una sucesión en el silencio. Sin hacer ruido. Preparándose para gobernar Jordania en un momento clave para la paz y la estabilidad en Oriente Próximo.

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