Orden desorden
Iggy Pop se enfrentó a su público a pecho descubierto. Quiso dejar sentado que estaba ahí para entregar algo importante en el escenario. Y lo hizo. Vestido sólo con un pantalón oscuro y acerado, salió invocando el poder del rock. Es un genuino representante de la vieja escuela del rock a pelo y, como un Mick Jagger, se mueve en el escenario con desconcertante agilidad y soltura. Incita y provoca al público; conoce y acepta sus deseos y debilidades. Iggy Pop sabe cómo y cuándo pedir que coreen sus temas. Dijo algunas frases en castellano y subió a una decena de espectadores, con los que bailó sobre las tablas.Bad Religion cerró el escenario Munster con una actuación que, tras la anterior, perdía luminosidad. No sólo porque la lluvia que empezó durante su concierto enfriase los ánimos, sino porque su música parecía demasiado ordenada comparada con ese regusto anárquico que dejó la kuana de Detroit.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.