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La resistencia de Clinton ante los escándalos sexuales dispara la popularidad de su partido

Bill Clinton pasó ayer su primera jornada en Washington tras su larga gira africanacon la felicidad de haber ganado la batalla judicial contra Paula Jones y la guerra política de los escándalos sexuales. La jornada de ayer le deparó al presidente de EE UU nuevas buenas noticias: su firmeza en los últimos meses no sólo ha beneficiado a su imagen política, sino también al conjunto del Partido Demócrata. Una encuesta publicada por The Washington Post situó a los demócratas 13 puntos por encima de los republicanos, un espectacular incremento frente a los 2 puntos de ventaja que tenían en agosto de 1997.

Los demócratas, con el 45% de opiniones favorables frente al 32% de los republicanos, han dado un gran salto respecto al pasado agosto, donde esos porcentajes eran respectivamente del 40% y 38%. Los encuestadores, del Pew Research Center, también preguntaron a los norteamericanos a quién votarían si las elecciones para el Congreso del próximo otoño se celebraran hoy. La respuesta fue que un 52% votarían demócrata y un 40% republicano. El resto no quiso pronunciarse.Los analistas atribuyen ese vigor del Partido Demócrata a la resistencia demostrada por Clinton desde que el 27 de mayo de 1997 el Tribunal Supremo de Estados Unidos autorizó la tramitación de la demanda de acoso sexual presentada contra el presidente por Paula Jones. Ese hecho llevó a que el pasado enero Clinton se convirtiera en el primer titular de la Casa Blanca en prestar declaración bajo juramento como acusado.

Otra consecuencia del recién cerrado caso Jones es que, también en enero, el fiscal independiente Kenneth Starr le abriera al presidente una investigación por los presuntos delitos de perjurio, incitación al perjurio y obstrucción a la justicia cometidos en relación a las declaraciones ante los abogados de Jones en los que Clinton y Monica Lewinsky negaron haber sostenido relaciones sexuales.

Clinton, apoyado berroqueñamente por Hillary, ha aguantado todo un culebrón de acusaciones que le han presentado no sólo como un mujeriego, sino como un obseso sexual. Y ha sabido conectar con los sentimientos mayoritarios de los norteamericanos, que en sus dos terceras partes se han declarado indiferentes a la vida privada del presidente siempre y cuando haga un buen trabajo político en la Casa Blanca.

Hasta Newt Gingrich, el líder republicano de la Cámara de Representantes y viejo oponente del presidente, le reconoció ayer sus méritos. "Bill Clinton", dijo Gingrich, "tiene mucho coraje. Cualquiera que haya recibido la paliza que él ha recibido y que siga de pie todas las mañanas, tiene mucho coraje". Lo curioso es que los réditos de las tripas personales y la capacidad de liderazgo demostradas por Clinton también los coseche el Partido Demócrata, que en los momentos más febriles de los escándalos guardó un turbado silencio. A tenor de los sondeos, si las elecciones legislativas del otoño se celebraran hoy, los demócratas estarían en condiciones de intentar recuperar la mayoría en la Cámara de Representantes, aunque no en el Senado. La ausencia de un claro liderazgo republicano también influye en esa tendencia.

Conscientes del fenómeno, los congresistas demócratas sumaron ayer su artillería a la de la Casa Blanca para pedirle al fiscal Starr que cierre de una vez su investigación sobre el caso Lewinsky. A la defensiva, Starr responsabilizó de la tardanza al personal de la Casa Blanca que está invocando el "privilegio ejecutivo" para no responder a sus preguntas ante el gran jurado.

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Comisión de delitos

El fiscal Kenneth Starr reiteró que el cierre del caso Jones no afecta a la posible comisión de delitos durante la fase en la que estuvo abierto. Prestar falso testimonio, presionar a testigos para que cometan perjurio y obstruir la acción de la justicia, recordó, son delitos en sí mismos, con independencia de que fueran cometidos en un sumarlo que terminó siendo archivado.Si ningún jurista discutió esa argumentación, el fiscal volvió a se criticado por sus excesos, el último de los cuales es haber ordenado que un par de librerías de Washington le faciliten la lista de los libros comprados por Mónica Lewinsky.

Starr todavía puede concluir sus pesquisas con acusaciones contra Lewinsky y Clinton, y presentar al comité de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes las dirigidas contra el presidente. Pero ni los republicanos, mayoritarios en las dos cámaras del Congreso, se atreverán a considerarlas razón suficiente para abrirle un proceso de impeachment o destitución a Clinton, al que el sonde del Pew Research Center otorga un 65 % de opiniones favorables. "No creo que vaya a haber un procedimiento de impeachment", declaró ayer el senador republicano Arlen Specter.

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