Aznar desbloquea por sorpresa las relaciones con Cuba y nombra nuevo embajador
, El presidente del Gobierno, José María Azar, buscó ayer un golpe de efecto para anunciar el nombramiento de embajador en Cuba. Tras dieciséis meses sin representante en La Habana y una grave crisis en las relaciones desde su llegada al Ejecutivo hace menos de dos años, Aznar aprovechó una pregunta de la oposición en el Parlamento, que pedía una vez más la normalización de relaciones, para hacer el anuncio. Eduardo Junco, de 52 años, diplomático, ex embajador en Ucrania y Zaire y actualmente destinado en el ministerio, será nombrado hoy por el Consejo de Ministros. El canciller cubano Roberto Robaina viajará el lunes a Madrid para sellar la nueva etapa que comienza y será recibido por Aznar.
El sentido de la oportunidad sigue siendo un arcano en manos de Aznar. Días después de que EE UU anunciara una suavización de las sanciones contra la isla, y cuando hace escasas semanas contestaba desabridamente a una pregunta sobre la visita del Rey a Cuba con motivo del centenario del 98, el presidente del Gobierno lanzó ayer la noticia en la sesión de control al Ejecutivo en el pleno del Congreso. El pasado mes de enero, Aznar sugería que la política de asilo a militantes de ETA por parte del Gobierno cubano era un nuevo obstáculo para la normalización de relaciones.Según fuentes diplomáticas, el nombramiento se ha producido con sigilo y rapidez para conseguir un efecto sorpresa. El pasado fin de semana, Aznar comunicó personalmente a Castro su decisión y el nombre del nuevo embajador. El plácet oficial cubano llegaba el martes, un tiempo récord, al palacio de Santa Cruz, y sólo fue comunicado a los más próximos colaboradores del ministro. La oposición no fue informada, lo que permitió al presidente protagonizar la sorpresa y su pequeño triunfo parlamentario sobre el diputado socialista Rafael Estrella, que había formulado hace días su pregunta por escrito y que, en principio, iba a responder el ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes.
"Llega tarde"
Joaquín Almunia, secretario general del PSOE, acusó ayer a Aznar de no ser un buen presidente "porque no sabe consensuar lo que en todo país democrático y serio debe ser consensuado, como la política exterior". Sobre el nombramiento de embajador dijo que ya "era hora" y recordó que los socialistas, como la mayoría de los partidos políticos, lo venían pidiendo desde hace mucho tiempo."Fue absolutamente gratuito e irresponsable el conflicto que creó el propio Gobierno español con Cuba", dijo Almunia. "Le hemos criticado por ello, le hemos exigido que de una vez por todas nombre un embajador y ya era hora. Desgraciadamente, llega un poco tarde".
El ministro de Exteriores cubano, Roberto Robaina, llegará el próximo lunes a Madrid para sellar públicamente la normalización de relaciones, que se deterioraron rápidamente en 1996 tras la llegada al poder de Aznar. El vicepresidente norteamericano, Al Gore, primer dirigente extranjero que visitó a Aznar en La Moncloa en mayo de 1996, agradeció la intención del nuevo Gobierno español de endurecer sus relaciones con la isla en favor de la democracia.
El Gobierno no defraudó estas expectativas y pasó a liderar en el seno de la Unión Europea una "posición común" sobre Cuba, sensiblemente más dura que la del resto de los Quince. La presidencia, ese semestre en manos irlandesas, consensuó una propuesta menos hiriente que también supeditaba la ayuda comunitaria a una mejora en la situación de las libertades políticas en la isla. Pero el incidente más grave se produjo días después, cuando el Gobierno de Fidel Castro retiró el plácet ya concedido al nuevo embajador, José Coderch, quien antes de tomar posesión declaraba a un diario de Madrid: "Las puertas de la embajada estarán abiertas de par en par a los sectores de la disidencia". La decisión cubana se produjo, además, después del encontronazo diplomático entre Castro y Aznar en la cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, primera a la que asistía éste, y en la que el presidente del Gobierno español no consiguió entrevistarse con el dirigente cubano, y procedió a un curioso intercambio de corbatas con Castro al tiempo que le instaba a "mover ficha".
El líder cubano, que llegó a calificar de "caballerito" a Aznar en aquel tenso mes de noviembre de 1996, le acusó de mantener vínculos estrechos con el exilio cubano, que incluso, según acusaciones no probadas, habría financiado su campaña electoral.
La presentación por las mismas fechas en Madrid de la Fundación Hispano-Cubana, que agrupaba junto a personalidades del PP a los principales líderes del exilio cubano, era una prueba más para el régimen castrista de las intenciones del nuevo Gobierno español.
Los principales partidos españoles han mostrado a Aznar su preocupación por la política con Cuba y le han recomendado prudencia.
Dos líneas
El proceso de "normalización" de las relaciones en estos últimos dieciséis meses ha registrado diversos altibajos bajo el síndrome de una doble línea en el diálogo con La Habana: pragmática desde el ministerio de Asuntos Exteriores e intransigente desde la presidencia del Gobierno. Desde el PP se criticó la reciente visita del líder socialista, Joaquín Almunia, a Cuba y se mantiene una fuerte resistencia a la visita del Rey a la isla. El propio dirigente socialista ha podido comprobar la existencia de dos discursos, radicalmente distintos, sobre la forma de llevar las relaciones con Cuba si su interlocutor era el titular del palacio de La Moncloa o del palacio de Santa Cruz, sede de Exteriores.El nuevo embajador, Eduardo Junco, que deberá aplicar la nueva política del PP respecto al régimen cubano, está considerado como un profesional experimentado, "capaz de aplicar con firmeza" la política de Aznar, en opinión del diputado popular y secretario general de la Fundación Hispano-Cubana Guillermo Gortázar. Junco, nacido en Palma de Mallorca en 1945, fue nombrado embajador en Zaire en 1988 antes de convertirse en el primer embajador español en Ucrania en marzo de 1992. Actualmente es asesor en la Dirección General de Política Exterior para Europa del Ministerio de Asuntos Exteriores.
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