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Los profesores de historia quieren entrar en el debate de las humanidades

Un congreso de profesores de Historia Contemporánea reunido en Vitoria el pasado fin de semana para discutir sobre el papel de esta materia en el sistema educativo reclama en sus conclusiones que los profesionales tengan sitio en el debate sobre la enseñanza de las Humanidades que, a su entender, ha sido monopolizado por políticos y creadores de opinión en los medios de comunicación.La necesidad de enseñar una nueva historia de España, congruente con la actual configuración polítíco-territorial, exenta de mitos, sin intervención del poder y basada en la confianza en el rigor de los profesionales; la crítica a la actuación del ministerio de Educación y la marginación de la materia en la Universidad han sido los principales puntos de confluencia del congreso.

El reconocimiento de la existencia de retos se conjugó con una negativa tajante a aceptar que, la enseñanza de la historia se encuentre en "un estado calamitoso", tal y como afirmó la ministra Aguirre en la Real Academia de la Historia el octubre de 1.996. Además, se criticó la pretensión oficial del "discurso historiográfico único" y ciertos afanes de "reconquista del terreno perdido" por parte de quienes fueron tipificados como "corifeos de la ministra".

Temas principales

La historia de España en el sistema educativo, la crisis en su enseñanza y el papel que esta disciplina ha jugado en la formación de la conciencia nacional, su función social y los contenidos que una nueva historia de España debería incorporar fueron los temas estrella del debate organizado por la Asociación de Historia Contemporánea, que agrupa a 400 profesionales de todo el Estado, y por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda de la Universidad del País Vasco. Hubo ponencias de Pedro Ruiz Torres, Celso Almuiña, Javier Tusell, Antonio Morales, Justo G. Beramendi, Carlos Forcadell, José María Ortiz de Orruño, Manuel González de Molina, Borja Riquer, Joan Cullá y Manuel Montero, y unas 30 intervenciones para comentarlas, a cargo entre otros de Miguel Artola, Joaquím Nadal, Pérez Ledesma o González Portilla.El plan Aguirre para la reforma de las Humanidades, se convirtió -pese a ser ya, se dijo, "papel muerto"-, en protagonista. Ni la presencia de Celso Almuiña, presidente de la comisión de la Fundación Ortega y Gasset que asesoró al Ministerio atemperó una crítica que fue mayoritariamente demoledora y que se extendió a lo que se dio en llamar "revival canovista y noventayochista" como reactivador de algunos de los más peligrosos fantasmas del pasado.

"Dudo que la ministra tenga una idea de España; más bien creo que lo que tiene es un sentimiento", llegó a decir el profesor Morales Moya, uno de los inicialmente más templados, que se declararía después convencido por los argumentos de sus colegas.

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