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"Estamos bien", dicen las dos monjas españolas secuestradas

Alfonso Armada

Las dos religiosas españolas secuestradas el pasado lunes en Ruanda llamaron ayer por teléfono a la casa central de su congregación en Madrid y aseguraron que "estaban bien". Al parecer, los secuestradores permitieron a Sagrario Larralde, enfermera de 62 años, hablar durante cinco minutos con Antonia Azpilicueta, superiora de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana.Larralde se limitó a decir que tanto ella como su compañera, Rosa Muñoz, médica de 32, se encontraban bien y permanecían en Ruanda, aunque no especificó en qué zona. Según la madre Azpilicueta, Larralde habló con voz serena y pidió a todas las religiosas de la congregación que permanezcan "tranquilas", ya que los secuestradores las "tratan muy bien".

El embajador de España en la República Democrática de Congo (RDC, antiguo Zaíre), José Antonio Bordallo, por su parte, manifestó que la insólita llamada les hacía "abrigar esperanzas" de una pronta liberación. En el mismo sentido se pronunció en Madrid el ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, quien subrayó que la diplomacia española "está movilizada" para resolver este caso. Fuentes diplomáticas en la región reiteraron que todas las sospechas del secuestro recaen sobre rebeldes hutus que combaten contra el Ejército ruandés, controlado por la minoría tutsi. También parece claro que fueron capturadas para que prestaran asistencia médica a milicianos heridos y que, en contra de los primeros indicios, no habían cruzado la frontera con la RDC y permanecían en Ruanda.

Reguero de muerte

Mientras Matutes destacó que el noroeste de Ruanda es una zona peligrosa y que su Gobierno ha recomendado reiteradamente a los misioneros y cooperantes españoles que la abandonen, fuentes independientes hicieron ayer un relato pormenorizado de las matanzas especialmente crueles que casi a diario se producen entre Gisenyi y Ruhengeri, al noroeste del atribulado país centroafricano. Ayer mismo fueron degolladas seis personas.El pasado día 9, 30 personas fueron encerradas en la escuela de Musave y asesinadas con azadas, machetes y grandes piedras. Al día siguiente, las víctimas fueron sobre todo mujeres y niños, ya que la mayoría de los hombres habían huido. Las dos matanzas han sido atribuidas a la rebelión hutu. El pasado día 11, 45 hombres y jóvenes acusados de infiltrados por el Ejército fueron detenidos, encerrados en una casa y asesinados. Esta acción de represalia ha sido achacada al Ejército ruandés. El relato coincide con el último y demoledor informe de Amnistía Internacional, que tan mal ha sentado al Gobierno ruandés y en el que da cuenta del ciclo infernal de atrocidades: ataques rebeldes contra civiles y represalias indiscriminadas del Ejército.

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