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Impuesto negativo

Andrés Ortega

El canciller del Exchequer británico, Gordon Brown, presentó la semana pasada algo más que un presupuesto .Ha empezado a traducir en propuestas concretas las promesas del Nuevo Laborismo. Muchas son las medidas presentadas. Pero quizá, con los precedentes de Canadá y Estados Unidos -donde opciones similares han sido criticadas por una parte de la izquierda, pero han permitido aumentar el número de madres solteras que se colocan, sobresale una: el llamado crédito impositivo sobre las familias trabajadoras. Es un elemento esencial de su política para ganar con el trabajo y que la gente pase de la subvención al empleo. Habrá que ver los resultados, pues debe servir para incentivar a los parados a buscar trabajo y, en caso de encontrarlo y verse suficiente mente remunerados al complementar el Estado sus ingresos directamente en su nómina, evitando así la vejación de tener que solicitar ayuda social. El problema sigue estando en los que no encuentren trabajo, a pesar de los planes de empleo y formación.De momento, el Gobierno de Blair innova con la idea, como dijo el primer ministro del Nuevo Laborismo en enero, de que "si estamos en la política es para convertir en justas las cosas que no lo son". Blair y Brown no parten de un concepto redistributivo clásico que lleva, por medio de los impuestos, a quitar dinero a los más ricos para dárselo a los más pobres. Buscan la justicia social mediante el empleo y la acción complementaria del Estado. Blair ha heredado una buena situación en materia de creación de empleo, pero con una desigualdad en ingresos creciente y el surgimiento de una clase abandonada, la underclass, situación que pretende corregir este presupuesto, que en el Reino Unido hay cinco millones de adultos y 2,7 millones niños en hogares en los que nadie tiene empleo.

El nuevo crédito impositivo sobre las familias trabajadoras funcionará, a partir de octubre de 1999, a modo de impuesto negativo sobre la renta, concepto de la teoría fiscal según el cual el Estado complete directamente los ingresos de un trabajador que no llegue a un nivel suficiente de renta. No es propiamente una renta social. El objetivo es que el parado que encuentra un trabajo, aunque sea mal remunerado, acabará ingresando más que lo que cobraba desde el desempleo y, por tanto, se sentirá más incentivado a trabajar, incluso con sueldos basura, y, a la larga, el Estado acabará gastando menos a medida que aumente la renta de los empleados y se reduzca el número de parados. Según ejemplos que acompañan a la propia presentación del presupuesto, una mujer sola, con un hijo menor de 11 años, que trabajara 30 horas semanales y ganara 90 libras (unas 22.500 pesetas semanales) ingresaría 48 libras más con este sistema, a las que hay que sumar las ayudas por hijos, con lo que llegaría a la! 165 libras semanales. Es decir, en la parte baja se cobra el sueldo, no se paga impuesto sobre la renta y se percibe un complemento que se deja de ingresar a medida que suben los réditos del trabajo.

Naturalmente, hay que enmarcar estas propuestas en un contexto británico que carecía de la referencia del salario mínimo- otra novedad del primer presupuesto pleno de Brown-, pero que disponía de un importante y bastante universal subsidio por hijo, que puede llegar a las 100 libras (25.000 pesetas) semanales, y que Blair se propone aumentar, especialmente para los más pequeños. Este subsidio, en la medida en que lo cobra buena parte de la clase media, responde, sin embargo, a esa cultura de la satisfacción, como la llamó John Kermeth Galbraith, al considerar que son las clases acomodadas las que acaban beneficiándose más del llamado Estado de bienestar, pues son muchas las familias británicas que acaban utilizando estos beneficios a modo de subvención para sus vacaciones, mientras otras de más bajos niveles de renta no salen de su angustia. Pero probablemente el camino emprendido por el Nuevo Laborismo será seguido de cerca por los interesados por esa tercera vía propugnada por Blair y Brown, quienes no dudan en hablar de un nuevo new deal.

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