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Don Luis

Don Ramón del Valle-Inclán llamó "el Madrid ateniense" a esa especie de milagro cultural que se produjo aquí en el primer tercio de siglo. Y el centro de ese Madrid fue la Residencia de Estudiantes, creada por Alberto Jiménez Frau al amparo de la Institución Libre de Enseñanza.Ahora, la Residencia, que sigue manteniendo una intensa actividad cultural en el Madrid de nuestros días, ha organizado dos exposiciones complementarias entre sí. Una, titulada Signos de amistad, muestra la colección de Federico García Lorca que se guarda en la Huerta de San Vicente. Incluye los dibujos y cuadros que le regalaron sus amigos, pero amigos como Salvador Dalí, Manuel Ángeles Ortiz, Ponce de León, Moreno Villa, Benjamín Palencia, y también fotografías y cartas que escribieron a Federico todos los componentes de lo que luego se llamó generación del 27.

La otra exposición narra precisamente el punto de partida de esa generación. Lleva por título ¡Viva don Luis y a través de ella puede seguirse cómo surgió y tomó cuerpo la idea de tributar un homenaje a don Luis de Góngora, en un tiempo en que no era tan leído y apreciado como lo fue luego, gracias en parte a esta iniciativa, cuando se cumplía el tercer centenario de su muerte.

En las Salesas de Madrid se dijo una misa (la misa más poblada de poetas que habrá existido), y se hizo un "auto de fé" en el que se quemaron monigotes que representaban a los enemigos de Góngora. En esta exposición está muy bien contada la célebre expedición de los poetas madrileños a Sevilla, sufragada gracias a la generosidad del torero Ignacio Sánchez Mejías, sin duda el lidiador más poético, cuya muerte daría a Federico el motivo de uno de sus más extraordinarios poemas.

En Sevilla, "la capital de la poesía", según Juan Ramón Jiménez, los poetas que habían llegado de Madrid se encontraron con los poetas andaluces y celebraron unas jornadas en el Ateneo y un banquete homenaje a Góngora. De todo ello surgió una nueva edad de oro de la poesía española.

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