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Reportaje:

El equipo de Armendáriz aterriza en Hollywood

Slanley Donen, director de "Cantando bajo la lluvia", recibirá el Oscar honorífico

ENVIADA ESPECIALAndoni Erburu, el expresivo protagonista infantil de Secretos del corazón, tuvo oportunidad de demostrar sus talentos con el inglés nada más poner pie en Los Ángeles, arrimando el hombro a la hora de reclamar las maletas del director Montxo Armendáriz, del productor Andrés Santana y las suyas propias, que quedaron en París durante un apresurado cambio de avión. Dentro no sólo están los modelos para asistir a la ceremonia de entrega del Oscar la noche del próximo día 23: también se encuentran los dossieres de prensa. La única no perjudicada fue Silvia Munt, que voló a París desde Barcelona. Para mí que Pujol también tiene influencias en Air France.

Con o sin equipaje, lo mejor es que Secretos se encuentra en Hollywood y está siendo vista por los miembros de la Academia. Algunos incluso telefonean a Armendáriz a su hotel para felicitarle o dejarle mensajes de admiración. El director, que es un hombre tranquilo y que, sobre todo después de haber intentado durante años rodar esta película , está hecho a todo, dice: "Si lo pienso fríamente, con lógica, veo complicado ganar. Pero una vez aquí, en este ambiente, no puedo evitar ilusionarme". Lo manifestó cuando salíamos de cenar del Med, un restaurante italiano situado en la zona más animada del strip, el Sunset Boulevard que estimula los sueños cinéfilos de todo el mundo.Armendáriz no pudo dejar de sonreír al enterarse de que, de ganar el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, sería Sharon Stone la encargada de entregárselo. "¿Y Antonio? ¿Qué va a hacer?". Se refería a Antonio Banderas, naturalmente, que hace poco le invitó a su casa de Beverly Hills y estuvo amabilísimo: "Sigue siendo el de siempre, bueno y cálido, y está muy enterado de lo que pasa en España, porque lee los periódicos por Internet", cuenta Armendáriz con verdadero afecto. Banderas entregará el Oscar a la mejor banda sonora.

Con el equipo viajaron a Hollywood los padres de Andoni, Jesús y Ana, que llevan con mucha sencillez lo de pasear al orgullo de la casa por la Meca del Cine. Afirman que el chaval, que tiene 10 anos, se comporta muy sensatamente en su relación con el cine: "Le afecta en los momentos puntuales, cuando tiene que hacer cosas como ésta. Entonces se dedica, y ya está. El resto del tiempo hace su vida normal". A decir verdad, el crío no parece muy impresionado. Lo que más le preocupaba de este viaje era el vuelo en avión, mucho más largo que el que tuvo que emprender cuando la película fue a Berlín y se hizo con el premio Ángel Azul a la mejor película europea. Sin embargo, Andoni superó el trance y llegó fresco como una rosa, con un cutis que es la envidia de todos y todas.

Las 'tías' de Andoni

Dentro de unos días se reunirán con el equipo el productor Imanol Uribe y su mujer, la actriz María Barranco, así como una de las tías cinematográficas de Andoni, la catalana Vicky Peña. La tía Charo López y papá Carmelo Gómez no podrán asistir a la ceremonia debido a sus actuales compromisos teatral y cinematográfico, respectivamente. De momento, el muchacho tiene a sus dos madres, la de verdad y Silvia Munt.Parece que la representación. ministerial correrá a cargo del secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, y de José María Otero, director del Instituto de Cinematografía, que se sentarán en las localidades de arriba, porque las de platea, muy escasas, serán para el director y los productores, sobraba una, y ha sido adjudicada a Andoni, en sabia decisión que impedirá que las actrices se quejen por tener que verlo todo desde lo alto y sin subir al escenario a lucirse.

A pocas fechas del evento, Hollywood despliega sus añejos encantos para mostrarle al mundo, una vez más, que la industria del cine no es porque sí la segunda fuente de ingresos del país, después de la armamentística. Como de costumbre, Gil Cates, productor de la ceremonia, amenaza con cortar los micrófonos en cuanto los premiados traspasen los 45 segundos de que disponen para lanzar su parlamento de gratitud: como todos los años, muchos lo olvidarán.

Esta edición cuenta con apetitosas novedades. Una, que la ceremonia se abrirá con una corta pieza musical -de 45 segundos, que parece que es la duración estándar de los desahogos-, titulada Fanfare for Oscar, compuesta por Jerry Goldsmith, que será el primer tema musical oficial que ha tenido la ceremonia en 70 años, y que el propio Goldsmith -que opta a una estatuilla por su banda sonora de L. A. Confidential- ha definido como "una mezcla del Holiywood del presente, del Hollywood del pasado y del Hollywood del futuro". Hay que ser un maestro como él para conseguir todo eso en menos de un minuto.

La segunda novedad consiste en que se está preparando un número que bien podría titularse La noche de los oscars vivientes, que pretende reunir a cuanto premiado quede aún sobre la faz de Hollywood. Barbra Streisand, que lleva muy mal no haber sido oscarizada nunca como directora, y que el año pasado ya tuvo sus más y sus menos para salir a escena, ha comunicado que sufre un no sé qué en la columna vertebral y que no puede.

El gran momento cinéfilo de la noche del lunes se producirá, sin duda, cuando el veterano Stanley Donen aparezca en el escenario y rompa a cantar Heaven, I mean Heaven. Donen, a quien el mundo debe las obras maestras Cantando bajo la lluvia, Un día en Nueva York (codirigidas junto a Gene Kelly), Siete novias para siete hermanos y Dos en la carretera, entre otras, recogerá su Oscar honorífico por toda una vida dedicada al cine de manos de Martin Scorsese.

Dirán ustedes que he conseguido acabar la crónica sin nombrar para nada a Titanic, pero se equivocan. No hay quien escape a la inundación de carteles de la película o de Celine Dion, que canta el tema de amor, sentada en un baúl y lanzada a alta mar cual sirena. Es más arrasador que los efectos de El Niño, sobrenombre meteorológico por el que aquí se conoce a Leonardo Di Caprio. Por otra parte, que tiemble Leonardo: no saben lo que puede ser nuestro Andoni dentro de seis o siete años.

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