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NUEVA CRISIS EN LOS BALCANES

Principio y final de la Gran Serbia

Milosevic, que inició el expansionismo étnico hace ocho años en Kosovo, se resiste a perder su imperio balcánico

El último golpe a la delicada situación en Kosovo, tras la represión de la minoría albanesa por parte de la policía serbia, plantea no pocos interrogantes.1 ¿De dónde arranca el conflicto de Kosovo? En 1989, el líder serbio, Slobodan Milosevic, utiliza el resentimiento de los serbios contra la mayoría étnica albanesa de Kosovo para catapultar el ultranacionalismo que le daría todos los poderes y desencadenar su fracasado proyecto étnico de la Gran Serbia y las subsiguientes guerras de Croacia y Bosnia. Milosevic suprimió un año después el estatuto de autonomía que la región tenía desde 1974, dentro de la Yugoslavia socialista. La región de Kosovo, en el sur de Serbia, fue elegida como detonante porque representa en la mitología histórica serbia, plenamente vigente en el umbral del año 2000, la cuna de la identidad nacional. En 1991, tras un referéndum clandestino, los albaneses proclaman la República de Kosovo, que nadie reconoce internacionalmente. Los acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la guerra de Bosnia, olvidaron el problema de Kosovo.

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2 ¿Qué pretenden Belgrado y los albaneses? Milosevic busca simplemente el mantenimiento del status quo: la prolongación del sistema de apartheid vigente desde hace nueve años, garantizado por el despliegue de 40.000 policías especiales y paramilitares. La doctrina oficial de Belgrado es que Kosovo, en permanente estado de excepción, es un asunto interno de Serbia. Los albaneses, por su parte, aspiran nominalmente a la independencia, pero se conformarían con un grado suficiente de autogobierno. Tanto la UE como EE UU se oponen a experimentos independentistas que destaparían de nuevo la caja de los irredentismos en los Balcanes, la región más volátil de Europa.

3 ¿Qué importancia tiene en la situación la aparición del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK)? Hasta 1996, cuando este grupo clandestino considerado terrorista por Belgrado, pero también por EE UU y, con menos convicción, por la UE- realizó sus primeros ataques contra comisarías serbias, se daba por hecho que había unanimidad entre los albaneses sobre la vía de reivindicaciones pacíficas representada por su presidente, Ibrahim Rugova, jefe de la Liga Democrática y elegido en 1992 por sus conciudadanos como máxima autoridad albanesa de Kosovo. Los acontecimientos posteriores han demostrado que una parte de los albaneses kosovares exige ya una actitud más enérgica de sus líderes para acabar con la absoluta opresión de Belgrado.

4 ¿Cómo se vive en esta región olvidada del mundo? La provincia de Kosovo son los 11.000 kilómetros cuadrados más miserables de Serbia. En la zona, básicamente agrícola, conviven alrededor de dos millones de personas, de las que un 90% son de etnia albanesa. La élite serbia, menos de 200.000 habitantes, incluyendo el formidable despliegue de las fuerzas de seguridad, controla todos los hilos del poder económico y político.

5 ¿El conflicto tiene importancia internacional? La región de Kosovo tiene frontera con Montenegro, que integra con Serbia los restos de Yugoslavia, con Macedonia y con Albania. Una guerra abierta en Kosovo arrastraría inevitablemente a la diminuta y desprotegida Macedonia, donde al menos el 25% de la población es de origen albanés y se siente maltratada, y a la propia Albania, tambaleante todavía tras su virtual disolución como Estado hace ahora un año. Una insurrección albanesa disolvería las fronteras del sur de Serbia, y en esta marejada, más temprano que tarde, Grecia, Bulgaria y Turquía tendrían algo que decir. En el corto plazo, el tinglado de Bosnia, que con tantas dificultades está siendo apuntalado por las potencias occidentales, se desplomaría. El escenario supera las peores pesadillas de los estrategas de la OTAN.

6 ¿Qué iniciativas cabe esperar de Europa y EE UU? El sentido común' sugiere que Europa y, sobre todo, EE UU, como única superpotencia, deben haber aprendido algo tras el fracaso occidental en Bosnia. Tanto Europa como EE UU se oponen a la actual situación impuesta por Belgrado en Kosovo, pero Washington ha adoptado por el momento la actitud más enérgica, al menos verbalmente, al reiterar que si la situación se descontrola está dispuesto a desplegar tropas en Kosovo. El Departamento de Estado anuncia además que aislará económicamente aún más a Slobodan Milosevic. De momento, la misión mediadora del ministro británico de Exteriores, Robin Cook, en nombre de la UE, se saldó el jueves con un fracaso. No se descarta que Belgrado acepte la mediación de Felipe González en el conflicto, pero éste exige antes unas mínimas garantías por parte de Serbia. Mañana se reúne en Londres el Grupo de Contacto -EE UU, Francia, Rusia, Reino Unido, Alemania e Italia-, y de esta sesión urgente debería salir algún guión de la actitud occidental.

7¿Y qué hará Milosevic? A largo plazo, el autócrata yugoslavo Slobodan Milosevic -un comunista sin reformar y cuyo único objetivo vital es mantenerse en el poder- sabe que Kosovo está perdido, simplemente por razones demográficas. En ese escenario no es inverosímil que Serbia, Montenegro y Kosovo formen parte de una suerte de confederación surbalcánica en un futuro no muy lejano. Pero, a corto plazo, Milosevic no moverá un dedo si antes no se lo retuercen.

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