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El brasileño Augusto Boal defiende un teatro agitador que ayude al oprimido

El dramaturgo recibe en Barcelona el premio del Institut del Teatre

Conseguir la aprobación de leyes como la de la protección a testigos, demostrar lo absurdo del racismo o de la homofobia, ayudar a personas anónimas a resolver opresiones interiorizadas... Éstos son algunos de los logros que el director y dramaturgo Augusto Boal (Río de Janeiro, 1931) ha obtenido valiéndose siempre de la misma arma: el teatro. No en vano considera que, si se utiliza de un modo democrático, "puede servir para ensayar la realidad y cambiarla". Boal, cuyas teorías y técnicas se conocen como Teatro del Oprimido, ha recibido el Premio de Honor de Arte Dramático 1997 del Institut del Teatre de Barcelona.

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Es de esperar que el galardón contribuya a difundir en España el trabajo de Boal, en donde es prácticamente desconocido. No sucede así en muchos otros lugares del mundo, en los que sus teorías han calado hondo: el Teatro del Oprimido se hace en 50 países, y en Internet hay más de 5.000 entradas sobre su autor. Los Centros del Teatro del Oprimido fundados por él en París y Río de Janeiro y los diversos libros en los que ha desarrollado su teoría la han hecho germinar en múltiples lugares.El punto de partida de su filosofía es aparentemente sencillo. El hombre, según lo entiende Boal, es teatro en sí mismo "porque posee la capacidad, exclusiva de la especie humana, de ser a un tiempo actor y espectador de sus propias acciones". En su opinión, la única diferencia entre el hombre de la calle y el actor consiste en que "éste es consciente de que está utilizando el lenguaje teatral y por eso lo utiliza mejor". Pero, paralelamente a lo que ocurre en el teatro convencional, dividido entre intérpretes y público, en el teatro de la vida sólo los poderosos se convierten en actores, mientras que los humildes deben conformarse con contemplar la escena sin intervenir en ella. El objetivo del Teatro del Oprimido es conseguir que "todos aquellos que fueron relegados a una situación de obedientes espectadores" intervengan en la toma de decisiones.

Entender las noticias

La primera manifestación del Teatro del Oprimido se produjo en Brasil al comienzo de la década delos 70 en forma del teatro periodístico. Consistía en representar teatralmente noticias de los periódicos para que los campesinos y la gente de la calle pudieran captar mejor su significado.En cuanto a su capacidad para cambiar el mundo, Boal se muestra orgulloso de poder demostrarla. En 1993 participó junto a su compañía en las elecciones municipales de Río. El éxito fue tal que el director y dramaturgo fue elegido concejal, algo que ni siquiera había imaginado. Su cargo le permitía elegir a 20 consejeros: "Por primera vez en la historia todos los miembros de una compañía de teatro formaron parte de un Gobierno", recuerda satisfecho. Hasta 1996 el equipo se dedicó a organizar grupos de teatro-foro que detectaban las necesidades de la población. "Presentamos cerca de 40 proposiciones de ley de las que 13 derivaron en leyes. Es una buena muestra de que el teatro permite modificar la realidad".

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