Un libro define la filosofía de Lévinas como un "aldabonazo contra el pragmatismo de Occidente"
Domínguez Rey califica al discípulo de Heidegger de "pensador en la frontera"
De origen lituano y judío, con una infancia rusa y años de formación en Francia y Alemania -fue discípulo de Heidegger, a quien le reprocharía su tolerancia con el nazismo-, el filósofo Emmanuel Lévinas (1906-1995) ha sido catalogado como un "pensador en la frontera" una mirada privilegiada para aunar las tradiciones filosóficas de Oriente y Occidente. "Su pensamiento es un aldabonazo contra el pragmatismo y la razón instrumental de Occidente; esa máquina de homologar que padecemos y que, a su juicio, se deriva del totalitarismo impuesto por el logos", explica Antonio Domínguez Rey, autor de La llamada exótica. El pensamiento de Emmanuel Lévinas.
El poeta y profesor de Filología en la UNED Antonio Dominguez Rey destaca la compleja heterodoxia y la no militancia partidaria de Lévinas como causantes del silencio que se cierne sobre la figura de uno de los pensadores secretamente más influyentes del siglo. La multiplicidad de sus aristas alcanza para considerarlo un precursor del pacifismo y la teología de la liberación -a través de su crítica a las instituciones y su altruismo a ultranza-, al tiempo que un inspirador reconocido del concepto de "náusea existencial" en Sartre, o de la noción de "huella" que late tras los planteamientos de Lyotard o de Derrida.Propulsor de un existencialismo vitalista y solidario, marcado por la errancia y el nomadismo perpetuo, que reprocha a su maestro Heidegger el catastrofismo de que el hombre sea un ser-para-lamuerte -"la única experiencia que nadie vive", le argüía-, su judaísmo, que le llevó incluso a campos de concentración, no le impidió mostrarse crítico con el sionismo, o más concretamente con la intransigencia de Israel. "Lévinas reivindica, por encima de todo, la especificidad, la diferencia del otro, al que hay que tratar con la máxima empatía. Según él, el otro no debe ser considerado 'otro como yo', una especie de reflejo alter ego, que es la operación que, en el mejor de los casos, realiza la razón reduccionista y economicista de Occidente, sino que es 'otro que yo', al que hay que concebir con un respeto absoluto y fraterno en su mismidad otra", explica Domínguez Rey, autor del exhaustivo estudio La llamada exótica. El pensamiento de Emmanuel Lévinas (editado conjuntamente por Trotta y la Universidad Nacional de Educación a Distancia), que fue presentado ayer en el Círculo de Bellas Artes, de Madrid.
"Parecería una utopía, pero no lo es, porque según Lévinas ese proceso de fraternización o concordia entre el yo y el otro se cumple potencialmente en los pliegues de la voz y el rostro; habría en éstos una significación muy anterior a cualquier contenido, o una especie de decir originario que trasciende cualquier cosa que se diga. De ahí la importancia que concede Lévinas al encuentro cara a cara. Ahí, en ese encuentro y en los pliegues del rostro y de la voz de quienes se comunican, resuena ya una suerte de sensibilidad primordial o 'significante y memorial' que es por sí solo un fundamento moral. El cara a cara impide la agresión pues, según él, sólo es posible agredir a quien de veras no se presencia", explica Domínguez Rey.
Imbuido de ideas platónicas, Emmanuel Lévinas argumentaba que de aquella sensibilidad primordial se apreciaría tan sólo, cotidianamente, un residuo, una sombra, una huella. "De ahí que se trate de una llamada exótica, extraña, que provocan la inquietud y la náusea de vivir, algo que Lévinas positiviza como una fuente de erotismo y de poesía en búsqueda permanente. También como una prueba de que, aun en cada especificidad, aquella sensibilidad originaria está siempre afectando a todos por igual", subraya Domínguez.
'PIusvalía existencial'
Contra la banalización y la clonación textual, tan señaladas hoy día, Domínguez Rey extrae también otro esperanzador remedio del autor de Totalidad e infinito. "Es clave su noción de 'plusvalía existencial', consistente en que una obra o un legado se renuevan automáticamente por el hecho de que una nueva existencia lo relea o asimile. Nada está ya dado; cada época y cada mirada concreta rehace los legados del pasado de un modo ininterrumpido. De esta forma, todo es a la vez común y distinto; a la vez profundamente novedoso y profundamente ancestral o arraigado, ante los ojos de una nueva existencia que respira, que bajo la cáscara vacía del concepto hombre, es en lo único en que Lévinas repara", concluye Domínguez Rey.
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