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El cerebro no olvida miembros amputados

Un estudio explica por qué sigue doliendo un brazo o una pierna que falta

Un paciente de 70 años se quejaba regularmente de que le dolía un dedo del pie derecho. A uno se le ocurre que un hombre de su edad podría padecer peores achaques de no ser porque a este paciente le habían sido amputadas ambas piernas desde la rodilla. Estas sensaciones fantasma de tacto o dolor en una parte del cuerpo que ha sido amputada son sorprendentemente habituales y, a menudo, angustiosas, sobre todo si con la amputación se pretendía eliminar un dolor.Durante muchos años, esta sensación en el miembro se consideró como un recuerdo desencadenado por señales emocionales, más que físicas. Pero ahora está bastante aceptado el que, además de por la mente, estos fantasmas pululan por el cerebro. En un informe publicado en el número del pasado 22 de enero de la revista científica Nature, Karen D. Davis y sus colegas de la Universidad de Toronto describen cómo las sensaciones imaginarias surgen a partir de la representación cerebral del miembro amputado, la cual, en algunos casos, sigue completamente activa, a pesar de los radicales cambios en la información, sensorial procedente del miembro.

Demostración

A partir de un estudio de personas que han sufrido la amputación de los brazos se ha obtenido una asombrosa demostración de que el cerebro sigue emitiendo señales a las partes del cuerpo que faltan. Las regiones motoras del cerebro se activan cuando se les pide que hagan dar golpecitos a los dedos del miembro intacto. Cuando se les pide que imaginen los mismos movimientos en el lado del miembro amputado se activa la región motora equivalente del lado opuesto del cerebro.En este caso parece que el fantasma tiene una base científica. Hasta cierto punto, la estructura cerebral está codificada en los genes, pero la experiencia desempeña un papel fundamental a la hora de perfeccionar y poner a punto las conexiones. Al fin y al cabo, sin esta plasticidad como respuesta a la experiencia, seríamos completamente incapaces de aprender.

Por tanto, no es de extrañar que, cuando una fuente importante de información es eliminada repentinamente, el cerebro se adapte de alguna manera. Pero ¿qué ocurre exactamente en el cerebro como respuesta a una súbita pérdida de información sensorial y cómo dan lugar a los fantasmas estos cambios?

La información sensorial de la superficie del cuerpo llega hasta una región llamada tálamo a través del tallo encefálico. La superficie del cuerpo está representada en forma de mapa en el tálamo, así como en otras zonas del cerebro.

El dolor crónico experimentado por algunas personas que han sufrido amputaciones puede ser tratado transmitiendo estímulos eléctricos a esta región del tálamo. Durante la cirugía para localizar el mapa del miembro amputado como preparación para este tratamiento, Davis y sus colegas tuvieron una oportunidad poco corriente de estudiar la representación cerebral de un miembro fantasma. Los investigadores pudieron medir la actividad cerebral provocada como respuesta a unos toques en el muñón. Y, lo que es más importante, pudieron provocar impulsos nerviosos artificiales en la zona del tálamo de los pacientes despiertos y pedir a estos pacientes que contasen lo que sentían.

Los investigadores descubrieron que los pacientes tenían unas representaciones extraordinariamente grandes de la región del muñón en el tálamo. Al parecer, los nervios sensoriales del muñón se habían extendido hasta cubrir la región que en su día representó el miembro. En las regiones del tálamo que respondían a los toques del muñón, la estimulación artificial podía evocar sensaciones de tacto e incluso de dolor que, aparentemente, procedían del miembro amputado.

Al parecer, el territorio que representa al miembro perdido en el tálamo respondía a las señales sensoriales procedentes del muñón, pero estos nervios del tálamo conservaban su función original de señalar sensaciones en el miembro ausente. En otras palabras, el mapa del miembro amputado que hay en el tálamo se mantenía en pleno funcionamiento.

Algunos pacientes no tienen sensaciones imaginarias, supuestamente porque las neuronas. reactivadas del tálamo adoptan una función de señalización más apropiada. Puede que, algún día, el saber por qué hay diferencias de plasticidad entre diversos pacientes, quizá como consecuencia del ambiente químico del cerebro durante el periodo de la operación o trauma, ayude a superar estas angustiosas sensaciones fantasma.

Copyright Nature News Service.

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