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Reportaje:

El 98, desde un pueblo

Una asociación de Vicálvaro reconstruye cómo era la vida en este barrio hace cien años

Vicente G. Olaya

Donde ahora se extiende la moderna barriada de Vicálvaro (41.000 habitantes) hace cien años se ubicaba un pequeño pueblo de 380 casas. Era la época en que España estaba dispuesta a enfrentarse con Estados Unidos para defender sus posesiones de ultramar. Los políticos de las Cortes hablaban de honras y barcos, los de Vicálvaro discutían sobre los sueldos municipales. La asociación vecinal Vicus Albus ha realizado un detallado estudio que reconstruye cómo vivían los poco más de 1.500 habitantes de este pueblo en 1898. Vicálvaro fue anexionado a Madrid en 1951: se convirtió en un barrio.

En 1898, Vicálvaro estaba pendiente de si era justo que la maestra de la escuela pública cobrase sólo 210 pesetas de retribución. (La profesora del colegio privado cobraba 825, además de una casa que le ponía el Ayuntamiento). Un vecino distribuyó un panfleto donde se leía que "lo justo ,lo equitativo y lo que indica el espíritu de la ley de igualación de sueldos es: individuos que prestan iguales servicios perciban análogos derechos". Es posible que quien defendía estas ideas fuera un vecino sindicalista o un pariente de la maestra.

Vicálvaro contaba hace cien años con su particular seguridad social. Todos los vecinos tenían derecho a ser atendidos por el médico. El Ayuntamiento le pagaba 1.525 pesetas al mes a cambio de sus servicios. En 1898 atendió a 94 familias sin recursos para poder abonar los honorarios de un galeno privado.

Pero como, además de diagnósticos, los enfermos necesitaban medicinas, el Ayuntamiento abonaba 375 pesetas al año a la única farmacia del pueblo para que los vicalvareños pobres pudieran tener fármacos.

El veterinario, en cambio, no tenía mucho trabajo. En el pueblo sólo vivían un vaquero y ocho pastores. Cuando se producía algún problema de importancia entre los vecinos, siempre se podía recurrir al juez y al fiscal, que dependían también del Ayuntamiento. El juzgado estaba en las dependencias de la Casa Consistorial, pero como el edificio resultaba frío, el juzgado era trasladado en invierno a casa del juez.

Tanto pago de jueces, fiscales, médicos, veterinarios, maestros y diversos empleados públicos salía del presupuesto municipal: 29.000 pesetas; de ellas, 1.500 se iban en el sueldo del secretario, 1.400 en las nóminas de dos alguaciles y 1.300 pesetas en las retribuciones de tres serenos. Estos últimos eran necesarios, a pesar de que el pueblo contaba con alumbrado público. Cada noche, el Ayuntamiento gastaba ocho litros de petróleo en encender los candiles.

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El otro 98. Asociación Cultural Vicus Albus. Calle de Villajimena, frente al 43. De lunes a viernes, de 17.00 a 21.00.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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