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Jospin se niega a negociar con los nacionalistas de Córcega

"No hay nada que negociar", respondió tajante ayer el primer ministro francés, Lionel Jospin, a quien le insinuaba la hipótesis de conversaciones con los nacionalistas corsos. "Puede que en otra época algunos creyeran que era posible negociar, pero ahora todos sabemos que se ha ido hasta el final de esa vía y que ya no da más de sí" añadió. Jospin, que reclamó "la unidad asbsoluta del Estado", lanzó una puya discreta en dirección al presidente Jacques Chirac: "Le he dicho que necesitaré de él, máxime cuando se piensa en la composición política de Córcega", en referencia velada al dominio electoral de la derecha en la isla.

El asesinato, hace hoy una semana, del prefecto Claude Erignac ha hecho salir a la superficie todo el contencioso corso. Sobre el papel Córcega es una región deprimida, en la que el paro crece -en un 3,1% el último año- mientras retrocede en Francia con colectividades locales endeudadas, disminución de los ingresos turísticos y morosidad inversora. Pero también es cierto que el fraude fiscal es mucho mayor en la isla que en cualquier otro lugar de Francia, que el 80% de las empresas están exentas de pago de la tasa profesional, que el alquiler de coches, material de construcción o agrícola están gravados entre un 20% y un 50% menos que en Francia, o que Bruselas denunció en 1995 que las subvenciones comunitarias se entregaban en Córcega sin ningún control por parte del Ministerio de Agricultura francés.

El Estado gasta alrededor de 30.000 francos (750.000 pesetas) al año por cada habitante de Córcega y cada vez son más quienes denuncian que estas inversiones y subvenciones son desviadas para alimentar una economía paralela.

Claude Erignac se había interesado por algunas sociedades corsas siempre arruinadas y siempre reflotadas por el dinero público. La Cadec, por ejemplo, tal y como cuenta el semanario Le Canard Énchainé, había servido para invertir a fondo perdido en proyectos turísticos en los que están implicados un antiguo traficante de drogas o los hermanos Lantieri propietarios de discotecas en Córcega, la Costa Azul y Miami. Otra sociedad, la Codil, que esperaba hacerse con unos terrenos militares en Bonifacio para edificar un casino con hotel, fue investigada por los servicios de seguridad militar. La conclusión era clara: Codil, que "ha cambiado entre 1980 y 1990 cinco veces de propietario, cambiando al mismo tiempo los accionistas, llegando siempre nuevo capital procedente del extranjero, es una auténtica oficina de la mafia italiana".

Las iniciativas del prefecto no siempre atacaban los circuitos de blanqueo de dinero o las grandes operaciones urbanísticas. El alcalde de Morosaglia había sido llevado a los tribunales por Erignac por haber concedido un contrato a una sociedad de su hijo. Hace menos de dos años François Santoni, el hoy encarcelado dirigente del canal histórico del Frente de Liberación Nacional Corso (FLNC), respondía así a quienes le preguntaban si deseaba en realidad la independencia: "Depende de cuánto nos paguen". [Los ocho detenidos en Córcega por el asesinato de Erignac fueron ayer puestos en libertad, informa France Presse.]

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