Antonio Vega afirma que sus canciones lo retratan "a gritos"

Antonio Vega (Madrid, 1957) rompe su silencio discográfico, después de cuatro años, con Anatomía de una ola (Polygram), diez canciones donde pone de manifiesto que sigue siendo uno de los compositores fundamentales del pop español. Su pelo, por debajo de los hombros y cargado de canas,contrasta con su imagen pasada. El sufrimiento que refleja su rostro afilado choca con la placidez de su equilibrado discurso, pero no reniega de su pasado. "No he pretendido esconderme nunca. Mis canciones dicen a gritos todo lo que la gente quiera saber", afirma. Vega asegura encontrarse en "un momento creativo excepcional".

Anatomía de una ola se grabó en las Baleares durante el verano pasado y tiene el color y el olor del Mediterráneo. Su productor, el mallorquín Joan Bibiloni, ha conseguido sacar del interior de Vega sus paisajes más impresionistas. El ángel caído, un tema dedicado a Van Gogh y eje del disco, le sirve a Vega como autorretrato: "Además de su pintura me impresiona su biografia, especlalmente su tremendismo y su demencia. Me veo reflejado en él, sus miradas, sus pesadillas, sus sueños... Sobre todo en los momentos en que descubro que tengo una idea en la cabeza y salgo a por ella empujado por una locura que me impide retroceder".Cuando llegó a Mallorca, El ángel caído era el único tema totalmente acabado y Anatomía de una ola sólo era un título; eso sí, tenía claro que debía ser el título del álbum. Casi todas las canciones las desarrolló en el estudio. Es su manera habitual de trabajar. "No hago 20 canciones para quedarme con 10 buenas, en mi opinión todas tienen que servir", asegura el cantante, que no tiene material excedente de otras épocas. La grabación contó con la ayuda de Nacho Béjar, su guitarrista y particular ángel de la guarda durante los últimos diez años. "Nacho es una especie de niño malo, es como un hermano. Me empuja, me cuida y viceversa. Ambos somos muy introvertidos y controvertidos".

Más de 80 canciones

Lleva 20 años componiendo, ha grabado más de 80 canciones y ha editado más de ocho discos, cuatro de los últimos bajo su nombre. En los ochenta lideró Nacha Pop, una de las bandas más queridas de Madrid. En todo este tiempo su manera de componer no ha variado. "Hay canciones cuyo borrador es el arte final y otros temas que responden a momentos más sensibilizados y que necesitan una mayor elaboración. Me quedo con las que salen de un tirón, ésas que empiezas cuando oscurece y cuando amanece las tienes".A sus 40 años da la impresión de que inicia una nueva etapa que trasciende lo musical. Atrás queda una relación de pareja que duró 17 años y un paseo por el lado más salvaje que parece, una vez más, definitivamente superado. "Mi relación con la droga me ha influido negativa y positivamente; unas veces me ha dado patadas y otras empujones. En cierta medida me ha enriquecido porque ahora estoy desintoxicado y no tengo secuelas que me hayan condenado".

Hay quien compara a este músico con Curro Romero. Sus conciertos son tan imprevisibles como las faenas del torero. Sin embargo, Antonio Vega prefiere compararse con un vino en el que el sabor depende de la cosecha. "Mis conciertos ya no son tan dispares; he aprendido que hay que salir lúcido".

Por primera vez en mucho tiempo, Vega cree que controla todo el proceso de su trabajo. Desde el diseño de la portada hasta la fecha en la que el disco será puesto a la venta, el próximo 23 de febrero, todo ha sido supervisado por el músico. "Anatomía de una ola es un disco que se enriquece a medida que se escucha", dice con modestia pero sin pudor. La labor de producción realizada por Joan Bibiloni ha servido para extraer lo mejor de Vega, quien además ha dirigido su música a otros caminos que todavía no había explorado. "Nuestra relación, una vez superado el choque del encuentro, fue como dos gotas de agua que al principio se empujan para luego fundirse en una".