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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Subida clandestina

POR SORPRESA, prácticamente de forma clandestina, el Gobierno ha subido el salario de los secretarios de Estado de la Administración en un 30% y lo ha situado, nominalmente, en 13 millones de pesetas anuales, un millón por encima del sueldo del presidente del Gobierno. A pesar de que el subsecretario de Economía negara el pasado mes de octubre que tal aumento fuera a producirse este año, el Consejo de Ministros ha acabado por encontrar razones para decidir una subida salarial polémica e inoportuna, cuando los sueldos de los funcionarios están sometidos a un severo control por debajo de la inflación y cuando tanto énfasis pone el Ministerio de Economía en el control del gasto público.Existen argumentos de peso para justificar que los altos cargos de la Administración perciban buenos salarios, como evitar la huida de profesionales cualificados al sector privado o mantener la dignidad de los funcionarios públicos en niveles adecuados. Pero el peor es el que maneja el Gobierno, que justifica una subida de más de tres millones al año como una compensación por la pérdida de las dietas de los consejos de administración a los que asistían. Tal explicación equivale a dar por bueno que el papel de los secretarios de Estado en los consejos era nulo, pues ahora perciben la misma cantidad de dinero sin acudir a ellos; y, además, olvida que entre las promesas electorales del PP figuraba que los altos carzos del Ejecutivo dejarían de pertenecer a los consejos de las empresas públicas.

El resultado de tanta confusión no podía ser otro que un modelo grotesco de Administración, en el que un secretario de Estado gana más que un ministro o el propio presidente del Gobierno. El disparate no es menor porque representantes del Ejecutivo y del PP se hayan apresurado a ponderar lo absurdo de la situación; por el contrario, invita a pedir responsabilidades fundadas en la confesión de parte. Pero lo peor de todo es el secretismo y la opacidad, el ánimo de ocultar al Congreso y a la opinión pública tan pintoresca subida. El Gobierno ocultó en la conferencia de prensa posterior al Consejo de Ministros del 30 de enero que los secretarios de Estado recibirían a partir del 1 de febrero el complemento de productividad del 30% a cambio de renunciar a las dietas de los consejos, que por otra parte no tenían carácter general. En resumen, el Gobierno ha sido sorprendido colando de rondón y con nocturnidad una subida impopular y abiertamente contradictoria con su supuesta política de gasto público. Es una conducta impropia de un Gobierno democrático, al que cabe exigir transparencia total en materia de sueldos de los funcionarios.

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