Elegía breve por Alberto y Ascensión
El azar, seguro azar, ha querido que el mismo día de la terrible noticia me llegara un cuaderno artesanal de versos y prosas de poetas sevillanos, dedicados a Miguel Ángel Blanco; reunidos por un mismo dolor, por una misma rabia. Estoy seguro de que a ellos no les importará que yo los reproduzca aquí, como homenaje también a Alberto y a Ascensión.Comienza M. L. Cerdá, dirigiéndose a Caín, convertido en aprendiz de brujo, que "no pudo dominar la escoba. Y la escoba se va multiplicando. Y la escoba sigue añadiendo unidades ( ... ) a los que creían en una patria que sus propios creadores han envilecido. Y la escoba sigue en su multiplicación hasta que el aprendiz se ahogue en su propia suciedad". Por su parte, J. Porlán exclama: "¡Que la justicia humana sea implacable!, porque ellos sí sabían lo que estaban haciendo". J. M. Díaz Fernández deplora la "premura de un tiempo que amenaza a la esperanza". "Poema de voz helada, quemó el cerco de la luna y el vidrio de mis ojos (que se alzan) hasta las veladuras de lo infinito, para entonar los salmos de victoria", expresa J. Solano. Y Juan Sebastián, increpando a los verdugos: "Habláis de independencia, y dependéis del odio y del dinero. No sois dignos". Y Fernández Calvo, desde la solidaridad más profunda: "Antes herida que cuchillo, la víctima no muere en sangre ajena". Y el mismo, más adelante: "Que yo soy voluntario. Que si la encrucijada del camino no deja otra salida que matar o morir, me apunto a muerto". Y muchos más, que aquí no cabrían, en diapasones semejantes: Juan Pefia, Rafael Palma, Rosario Pascual, Daniel Pineda...
Por terminar en algún sitio de este imprevisto caudal, el del espírítu de Ermua, sin duda, J. Cenizo (paciente antólogo de tan vibrante poemario), declara: "Miles, millones de estrellas, te acompañan, esas que nuestro amor ha encendido".-
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