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El sector más derechista de la Xunta destituye a Gloria Moure en el museo de Santiago

60 artistas firman un manifiesto de apoyo a la directora del Centro Galego de Arte

Xosé Hermida

Una larga ofensiva del Partido Popular y sectores culturales afines culminó ayer con la destitución de Gloria Moure como directora del Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC), a la que oficialmente se reprocha su gestión "personalista" y la "falta de control administrativo" sobre el museo. Aun antes de que el cese se hiciera oficial, Moure, una reputada profesional que es también consejera del Museo Nacional Reina Sofía, recibió el apoyo "incondicional" de un relevante grupo de 60 artistas e intelectuales, entre los que figuran los escritores José Ángel Valente, Manuel Rivas y Suso de Toro, o los pintores Antón Lamazares, Jorge Castillo y Antón Patiño. Fuentes de la dirección del museo atribuyeron la decisión de la Xunta a un intento político del PP de frenar la programación abierta al arte actual del centro.

La noticia no cogió a casi nadie por sorpresa. Ni siquiera a la propia Moure, quien la recibió en una conversación con el consejero de Cultura, Jesús Pérez Varela. Las fricciones entre la dirección del CGAC y el Gobierno autónomo eran un hecho conocido desde hace meses. La consejería recelaba de Moure por el empeño de ésta en actuar según sus propios criterios y sustraerse, a las directrices del Gobierno. Al mismo tiempo, sectores culturales afines al PP descargaban periódicamente ataques contra la responsable del CGAC, a la que acusaban de una excesiva predilección por el arte extranjero en detrimento de la creación autóctona, e incluso trataron de implicarla en confusas irregularidades administrativas.Moure fue llamada hace tres años para dirigir el CGAC tras una fuerte campaña a su favor de buena parte de la intelectualidad de la comunidad autónoma, que esgrimía el prestigio internacional de la entonces responsable de la Fundación Espai Pob Nou de Barcelona y el origen gallego de su familia.

Una intrusa

El museo, un edificio del arquitecto portugués Alvaro Siza inaugurado en 1993, en vísperas electorales, no tenía entonces ni un proyecto definido. Desde el punto de vista de algunos sectores del PP, Moure nunca dejó de ser a una intrusa, aunque la repercusión exterior que en poco tiempo lograron sus producciones y sus actividades didácticas y de debate le granjearon el respaldo del presidente de la Xunta, Manuel Fraga, quien hasta ahora había ignorado todas las críticas.Las desavenencias fueron en aumento desde hace año y medio, cuando llegó a la consejería de Cultura el hasta entonces responsable de la imagen de Fraga, Jesús Pérez Varela, la bestia negra de la oposición gallega por su actividad periodística en diarios de ultraderecha durante la época de la transición. Tras el triunfo del PP en las elecciones autonómicas del pasado octubre, la situación se tornó "insostenible", según fuentes de la dirección del CGAC, quienes aluden a las trabas burocráticas que sus iniciativas encontraban siempre en la Administración.

El centro, con un presupuesto anual de 475 millones de pesetas, tiene una autonomía muy limitada y depende administrativamente de la dirección general de Patrimonio Artístico, cuyo titular, Ángel Sicart, se responsabilizó ayer de la decisión. "Es la historia de un desencuentro", declaró Sicart, quien desmintió motivaciones de tipo político. Sicart reconoció lo! méritos profesionales de Moure, pero la acusó de practicar una gestión "personalista" y de no querer someterse a los controles burocráticos habituales en la Administración. "Cuando algo se paga con dinero público, uno no puede actuar como si fuese una empresa privada", explicó Sicart. "El CGAC no puede ser una finca particular, sobre todo porque soy yo el que tiene que autorizar con mi firma todas las operaciones", agregó Sicart, quien insistió en que sus discrepancias con Moure no se refieren a su "concepto de museo", sino al "modo de gestión".

Sin embargo, artistas e intelectuales temen que detrás de la destitución haya un intento no sólo de controlar la política independiente del CGAC sino de acabar con su espíritu cosmopolita y abierto. "Un país, un pueblo, una cultura viven de nuevos gestos que revitalicen las raíces en sintonía con los paradigmas de nuestro tiempo; no de una permanente mirada retrospectiva que nos convierta en estatua de sal", se afirma en el manifesto que ayer por la tarde hicieron público artistas, críticos, escritores, arquitectos y filósofos. "Nos alarman medidas involutivas que causarían daños irreparables en un campo tan sensible como el cultural", se agrega en el manifiesto, en el que se asegura que la gestión de Moure ha logrado situar al museo de Santiago de Compostela entre los más significativos centros europeos de arte contemporáneo.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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