Los comisarios españoles crítican al Gobierno por su estrategia sobre el aceite de oliva
La estrategia seguida por el Gobierno español en la reforma del mercado del aceite de oliva ha merecido feroces críticas aunque siempre en privado- en el entorno de los dos comisarios españoles, tanto, el popular Marcelino Oreja como el socialista Manuel Marín. Ayer, los mandatarios de España, de Italia y de la Comisión Europea intentaron aportar un ápice de tranquilidad para ahogar la polémica política generada al filtrarse un borrador del proyecto de reforma que baraja el comisario austriaco Franz Fischler.
Los vaivenes del Gobierno, la agresividad desmesurada de la ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, y la falta de tacto mostrada por el ministro de Exteriores, Abel Matutes, al comentar en público las promesas de intervención de Jacques Santer, centran las críticas del entorno de los comisarios.Los equipos de Oreja y Marín han llegado a la conclusión de que la polémica sólo ha servido para extremar más las posiciones de Fischler, ha roto la alianza entre italianos y españoles en el Consejo de Ministros -con la trágica consecuencia de dejar a España sin minoría de bloqueo para parar la reforma- y ha torpedeado por adelantado los 'buenos oficios' que se había comprometido a realizar Santer.
La única solución para evitar una clara derrota sería retrasar lo más posible la reforma del -mercado del aceite de oliva para hacer coincidir su negociación con la de la Agenda 2000. Pero para eso se necesita el apoyo del Gobierno español, y aquí es donde empiezan las críticas en Bruselas.
La ministra De Palacio hizo todo lo posible al principio para retrasar el dictamen del Parlamento europeo sobre la cuestión, para ganar tiempo y permitir que se produjeran más cosechas que demostraran que las cifras de producción asignadas por Fischler a España están muy por debajo de la realidad.
Cambio de estrategia
Pero esa estrategia cambió repentinamente en septiembre pasado, cuando De Palacio empezó a presionar al Parlamento para que aprobara el dictamen y a los comisarios españoles para que la negociación se adelantara y se realizara al margen de la Agenda 2000. Nadie sabe muy bien por qué. Fuentes socialistas apuntan, no sin malicia, que quizá el objetivo fuera adelantar una derrota ya inevitable para alejarla lo más posible de las elecciones en Andalucía, previstas para el 2000."Ahora, la única solución es retrasarla reforma y mezclarla con la Agenda 2000", opinan en el entorno del comisario Marín. "Es la única forma de estudiar de verdad el fraude, pero el fraude en todos los sectores agrícolas, no sólo en el olivar. Y en una negociación conjunta siempre puedes ceder en otros puntos para ganar la batalla del aceite", añaden.
Pero el rifirrafe de estos días dificulta ese objetivo. El eje hispano-italiano se ha roto porque Italia ha dado ya abiertamente su apoyo al borrador de la propuesta de Fischler, principalmente porque avala el reparto de las ayudas por cuotas nacionales y porque el reparto de cosecha subvencionable promovido por Fischler beneficia clamorosamente a Italia. Su primer ministro, Romano Prodi, lo confirmó ayer en Bruselas: "Es extraño que haya cuotas por países para la leche pero no para el aceite", dijo. Aunque echó un capote a España: "Cualquier defensa de los intereses italianos la haremos pensando en que sea compatible con los intereses globales de la Unión Europea".
Para Abel Matutes, la firmeza no está reñida con la flexibilidad y menos en las negociaciones comunitarias, según señaló ayer en Madrid, e invocó su experiencia de 10 años como comisario europeo para restar dramatismo al borrador del proyecto de reforma del mercado del aceite de oliva. El ministro señaló que la negociación se realizará en el marco del Consejo de Ministros de Agricultura, en el que la titular española estará plenamente "respaldada".
Sobre el malentendido creado en tomo a la entrevista con el presidente de la Comisión, Jacques Santer, Matutes le agradeció públicamente el respaldo que el propio presidente -"un gran caballero"- dio a su versión de la misma. En ningún caso se buscó un arbitraje entre varias posiciones, sino una especial atención a los intereses de un país que es uno de los principales productores de aceite.
Fuentes diplomáticas españolas quitaron trascendencia, por otra parte, al documento que ha originado la polémica. Señalaron que se trata de un borrador redactado por un colaborador del comisario Fischler que ni siquiera había llegado a conocimiento del gabinete del comisario. Las mismas fuentes señalaron el riesgo que supone que estetipo de globos sonda generen respuestas que hagan más difícil la negociación cuando se formulen las propuestas reales.
También José María Aznar estuvo ayer en Bruselas y pidió calma: "Lo que no tenemos que hacer es avivar polémicas que son bastante estériles", dijo. El presidente de la Comisión, Jacques Santer, se declaró "sorprendido por la polémica que se ha generado en España por un documento de trabajo" y confirmó que le había transmitido a Matutes el mensaje de que la Comisión tendrá en cuenta las quejas del Gobierno español".
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