Borrachos

El Exmo. Sr. don Abel Matutes no debe de haber saludado un libro de historia desde los tiempos del "florido pensil". Respecto de Cuba, le recomiendo nomás un párrafo del cap. VI, lib. 3, deja Historia de las Indias de Fernández de Oviedo, donde se. estima que en 1548 no quedarían más de 500 aborígenes del millón que Colón había calculado, sin duda a Ojo de demasiado buen cubero, pues, aunque la cifra es verosímil por el tamaño y la feracidad de la isla, deja de serlo por los medios de explotación agrícola de los isleños, y los expertos la reducen a 250.000 o menos; aún así, y aunque el cálculo de los supervivientes en 1548 se elevase, a su vez, a 5.000, no estaría mal para 57 años. El Papa, por su parte, cuando habla del "éxito de la Evangelización" debe de referirse, por lo que toca a Cuba, al éxito en darles a los isleños cristiana sepultura. En cuanto al catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla, don Alfonso Jiménez Núñez, me choca que diga que Castro ha sido inoportuno al llevar las cosas "tan atrás", cuando no hace ni 6 años que, con un despilfarro de miles de millones, han pasado en su propia ciudad y en la isla que Colón quiso tener por sepultura. Por otra parte, el ministro Matutes se ha agarrado a la vieja salida de Agustín de Foxá: "Mis antepasados, no; los de usted", cuando a la vez se toma atribuciones para reivindicar lo que suele llamarse "la labor de España en América", aparte de que Castro es, según creo, criollo gallego de tercera o cuarta generación. Todo ello, en fin, es como cosa de borrachos: tanto el que Castro se erija en sucesor de los taínos, borrados de la haz de la tierra ya en el siglo XVI -sea por tajo de espadas castellanas o descuartizados entre las fauces de los perros que llevó el descubridor (Hernando Colón, "Historia del almirante", cap. LXI), sea por la inhumana explotación o por las terribles epidemias como el que los españoles se sientan automáticamente obligados a llamarse a agravio por cualquier cosa que se diga de "sus antepasados". No hay más venenoso bebedizo que ese aguardiente elaborado con alcohol de quemar de la "identidad" y las "identificaciones". ¿Y con esa cogorza monumental y delirante pretende ahora el gobierno restaurar las "humanidades" y la enseñanza de la historia? ¡Métanse primero los dedos en la boca hasta vomitar todo ese veneno o háganse un lavado de estómago, o sea de "conciencia histórica", que viene a ser exactamente lo contrario que "conocimiento de la historia"!- Rafael Sánchez Ferlosio.