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Indignación en la Casa Blanca

"No es verdad", declaró anoche un visiblemente afectado Bill Clinton a la cadena pública de televisión PBS. "No le he pedido a nadie que diga algo que no sea la verdad", añadió. "No hay ninguna relación sexual o cualquier otro tipo de relación inadecuada. No puedo decir más. Voy a cooperar con la investigación. En estos momentos intento contener mis impulsos naturales y volver al trabajo".

"El presidente está indignado con estas acusaciones", había dicho por la mañana Mike McCurry, portavoz de la Casa Blanca. Y Roger Bennett, el jefe del equipo de abogados de Clinton en el caso Paula Jones, había declarado: "El presidente niega vivamente haber tenido una relación con la señorita Lewinsky y ella lo ha confirmado en una declaración jurada. Esta historia me parece ridícula y huelo que detrás de ella hay escondida una rata".

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La primera dama, Hillary Clinton, declaró que "es doloroso ver como alguien a quien amas y a quien admiras es atacado con despiadadas acusaciones". La mujer del presidente añadió que había convivido "con el fantasma de las acusaciones" durante seis años.

Esos desmentidos, que hacen eco al que el propio Clinton emitió bajo juramento en su declaración del sábado ante los abogados de Paula Jones, no consiguieron apagar el creciente rumor del escándalo. Mentir, incitar a la mentira, presionar a un testigo, obstruir la tarea de la justicia son pecados muy graves en EE UU. Pueden costar la cárcel e incluso, como probó el caso Watergate, pueden ser más devastadores para un político que el delito que origina un caso. Richard Nixon no tuvo que abandonar la Casa Blanca por haber espiado a sus rivales demócratas, sino por haber mentido.

Mónica Lewinsky no quiso hacer declaraciones. Estaba en Washington, "muy angustiada", según su abogado, William Ginsburg.

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El abogado dijo que su cliente mantiene "en estos momentos" la declaración jurada que firmó el pasado día 7, en la que asegura a los abogados de Jones que jamás tuvo relaciones con Clinton. Pero el "en estos momentos" del abogado fue significativo. Bajo la amenaza de ser. acusada de perjurio por el fiscal Starr, Lewinsky podría cambiar su testimonio. Sería demoledor para Clinton.

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