Chiapas
Soy mexicano y miro con profunda indignación los acontecimientos sucedidos en el poblado de Acteal, Chiapas. Esta desgracia es la cara dura del partido en el poder (PRI), que utiliza la estrategia de no llegar a ningún acuerdo para dar tiempo a que grupos paramilitares hagan su trabajo, dando origen a una guerra de baja intensidad. La cifra de muertos por esta guerra es mucho mayor que la del enfrentamiento de enero del 94. Ante las presiones nacionales e internacionales, el Gobierno destituye al ministro del Interior y al gobernador de Chiapas, siguiendo la lógica de hacer cambios para que las cosas no cambien. Cuando lo que se requiere es desarticular el aparato de poder que organiza, alimenta, paga, cuida y estimula a estos grupos.El problema no es sólo de los indígenas de Chiapas o de todo México, es una lucha general que pretende, en diferentes momentos y latitudes, desarticular todas las formas de desigualdad que históricamente han afectado a los pueblos, pero que actualmente son alimentadas y recreadas por el nuevo orden mundial o neoliberalismo. Los indígenas de Chiapas han expresado la forma específica en que les afecta el neoliberalismo: consideran que el origen de gran parte de los problemas de otras sociedades es el mismo y que la única forma de vencer esos retos es retomando plenamente nuestro papel como individuos activos en lo que sucede a diario. El EZLN no pretende acceder al poder, lo que lo distingue de otros movimientos; lo que desea es participar junto con la sociedad civil en un cambio. Cambio no determinado por ellos, sino uno que se construya conjuntamente.-
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