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Blair inicia una cruzada para convencer a los británicos de su modelo de Estado del bienestar

El primer ministro británico, Tony Blair, eligió anoche el corazón industrial de Inglaterra para inaugurar su cruzada en favor de una reforma del Estado del bienestar.EN la primera etapa de su gira por el Reino Unido,Blair presentó ante el tradicionalmente escéptico electorado de West Midlands el proyecto con el que se propone transformar al Reino Unido en el primer país en erradicar el paro, amparar a los sin techo, modernizar los hospitales, atender a los pensionistas que se sienten olvidados y propulsar la dotación gratuita de ordenadores a cada estudiante.

La idílica visión de Blair obtuvo un cauto respaldo de los organismos y personalidades que hasta hace poco dudaban de los alcances reales de una reforma que, según sostienen, no incluye un remedio real para la crónica insuficiencia de fondos y su vulnerabilidad ante el fraude social.Fiel a su estilo de consulta pública, Blair insistió en que todo cambio debe obedecer al " sistema de consenso" que, según afirmó, constituye una garantía de modernización de los servicios sociales para atender a los sectores más necesitados del "nuevo Reino Unido". El primer ministro planteó la reforma con la misma vehemencia con la que atacó los sistemas obsoletos mediante los cuales, dijo, el Estado pierde 499 millones de libras anuales en fraudes (110.000 millones de pesetas).

Los laboristas sospechan que no todos los minusválidos son tales, que hay un margen exagerado de parados y que incluso propietarios de bienes raíces cobran subsidios para su propia vivienda. Esto al margen de un número no especificado de extranjeros que, al volver a su país de origen, siguen recibiendo ayuda para mantener a sus familias.

Desplante a Hague

La propuesta de Blair representa además un desplante a los conservadores del partido de William Hague que habían ofrecido su pleno apoyo a la reforma pero con el poco disimulado objetivo de avivar una revuelta en las filas laboristas. Más de 40 parlamentarios izquierdistas de la vieja guardia se sublevaron en diciembre contra el drástico recorte de beneficios sociales para las madres solteras.

Hague intentó encauzar esa corriente de descontento laborista a fin de debilitar las reformas y apuntalar su liderazgo. En una referencia al supuesto fracaso de las ideas laboristas en este campo, Hague calificó las reformas propuestas por Blair como "el Vietnam de los laboristas".

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Impertérrito ante esas y otras opiniones, Blair impartió anoche una ambiciosa visión de cambio, indispensable tras el largo mandato de los conservadores que concluyó hace menos de un año: "En los últimos 18 años nos convertimos en dos naciones, una atrapada en la ayuda estatal y la otra pagando por ella. Una nación en continua pobreza, sin. acceso a la corriente general de la sociedad, y otra nación que contemplaba el imparable crecimiento del gasto social hasta el desbordamiento de los costes de la sanidad, educación, seguridad pública y empleo", dijo.

Consciente del recelo que sus propuestas inspiran en la sociedad británica, Blair prometió reiteradamente trabajar con el máximo ahínco para resguardar el futuro de quienes "tienen genuina necesidad" de la ayuda del Estado. Para resguardar, ese ideal e impulsar una nueva justicia social, Blair anunció la creación de un comité que, bajo su presidencia, incluirá, entre otros, al ministro de Finanzas, Gordon Brown, a la ministra de Bienestar Social, Harriet Harman y al ministro de Educación y Empleo, David Blunkett.

Con el borrador de su estrategia y la estructura del nuevo comité bajo el brazo, Blair está intentando convencer a los británicos de la urgencia de un drástico reajuste del sistema del bienestar vigente desde hace medio siglo con cláusulas revolucionarias capaces de eliminar los engaños al Estado y garantizar su supervivencia como ejemplo mundial de equidad social en el nuevo milenio. Incluyen la defunción del llamado principio de universalidad para reemplazarlo con lo que se denomina como un "examen de solvencia", mediante el cual se asegurará, en teoría, que sólo los sectores más necesitados se beneficiarán del presupuesto de la Seguridad Social.

El plan de Blair va a ser interpretado como una redefinición de los principios socialistas del laborismo tradicional. Por ello persiste cierto grado de escepticismo tanto en la vieja guardia de su partido como entre los sectores desencantados con la filosofía modernista que Blair impuso desde su llegada al poder y que refleja ,en su opinión, una tendencia demasiado proclive al neocapitalismo.

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