Agricultura sospecha de los ciervos de El Pardo como foco de la tuberculosis vacuna
, No se trata de una investigación detectivesca, pero casi. La Dirección General de Agricultura ha emprendido un estrecho cerco a la tuberculosis, una enfermedad que el año pasado condenó al matadero a casi 2.000 vacas lecheras, el 9% de la cabaña madrileña. Tanto es así que un grupo de expertos regionales, asesorados por la Facultad de Veterinaria, se ha puesto analizar ganglios y vísceras de las reses sacrificadas para localizar el foco del mal. Aunque no hay conclusiones definitivas, se cierne la sospecha sobre los cerca de 2.500 ciervos del monte de El Pardo.
Son tres las líneas fundamentales de investigación que han emprendido los científicos en la búsqueda del origen de la enfermedad. Los cervatillos del monte de El Pardo están siendo objeto de un seguimiento a conciencia, pero hay otras fuentes de infección que aún se tienen como plausibles: por un lado, las reses importadas de otras comunidades autónomas; por otro, los animales silvestres que puedan corretear sin control por las inmediaciones de las explotaciones ganaderas.Incluso cabe una cuarta posibilidad, que el jefe de la sección autonómica de Sanidad Animal, Juan José Urquía, apunta con reservas. "Si hay animales que estén siendo sobreexplotados, sus defensas sufrirán una progresiva merma y serán más vulnerables a la bacteria de la tuberculosis", razonó.
Hay consignas en la Consejería de Economía de que el problema se investigue a fondo. También la dirección general de Salud Pública y el Colegio de Veterinarios -éste, de forma desinteresada- se han puesto manos a la obra. Dos millares de vacas enfermas de tuberculosis suponen un riesgo sanitario evidente (aunque no se transmite a los humanos), y su sacrificio, una sangría económica para los ganaderos. Esos animales alcanzarían un valor en el mercado de casi 400 millones y las compensaciones de la Administración tardan a veces cerca de un año en llegar.
Los responsables de la cruzada contra la tuberculosis sólo echan en falta la colaboración de la Consejería de Medio Ambiente. "Quizás no sean conscientes, o no hayamos sabido explicarles bien la gravedad del problema", apuntó un portavoz de la Facultad de Veterinaria. Lo evidente es que la muerte de los rumiantes enfermos sirve sólo como solución momentánea. Mientras no se conozca el origen del mal, éste podrá repuntar en cualquier momento. Por muy expeditivo que se sea con los sacrificios. Urquía se encuentra al frente de las indagaciones, aunque en permanente coordinación con el director del departamento de Sanidad Animal en la Facultad de Veterinaria de la Complutense, el catedrático Lucas Domínguez. Ambos han completado ya hasta tres batidas por la región en busca del micobacterium, el germen causante de la tuberculosis.
Código de barras
"El seguimiento es complejo y profundísimo, porque el micobacterium puede tener muchas familias, igual que el meningococo de la meningitis humana", aclaró Urquía. Sin embargo, los modernos análisis de laboratorio permiten desentrañar la esencia de la bacteria, el ácido desoxirribonucleico (ADN), que es como un código de barras delator. Y el cerco sobre los sospechosos se estrecha.Son cultivos delicados y llevan su tiempo explica Lucas Domínguez. "La bacteria tarda hasta tres meses en crecer y hay que mantener unas condiciones de bioseguridad altísimas", aclara el catedrático de la Complutense. Y subraya: "Estamos inmersos en una labor ímproba, pero cuando podamos completar un mapa epidemiológico tendremos mucho avanzado".
La mayor parte del ganado que enfermó durante 1997 era joven y con un sistema inmunitario aún débil. Se trata de un fenómeno muy parecido al que sucede en el hombre con la meningitis, que se ceba mucho más con los niños que entre la población adulta.
Una vez que el laboratorio localice el foco, los sabios en la materia habrán de hilar aún más fino. "Imaginemos que el germen de la vaca es compatible con el del ciervo. A partir de ahí, habrá que concretar si fue el ciervo el que infectó a la vaca o viceversa", explicó Urquía, un científico que incluso ha publicado estudios al respecto en una revista australiana especializada. Y con conclusiones sorprendentes, como que el micobacterium de la cabra no puede contagiar a la vaca, o que la oveja es el animal más resistente a esta enfermedad.
Lucas Domínguez asiente. "Si todo va bien, en un par de años habremos pasado de unas cifras casi tercermundistas a una posición puntera en el conjunto del Estado", enfatizó.
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