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Barómetro

Enrique Gil Calvo

El comienzo político del año en que se conmemora el centenario del Desastre no, ha podido ser más desastroso, dado el sectario asesinato del concejal de Zarautz José Ignacio Iruretagoyena. Caiga su sangre sobre sus inductores morales, los votantes de Herri Batasuna, y sobre sus cómplices involuntarios, que son aquellos portavoces nacionalistas o eclesiásticos dispuestos a mediar o transigir con los asesinos en la esperanza de apaciguarlos. Pero caiga también sobre aquellos gobernantes madrileños que por interés electoral han aceptado negociar el sostén del PNV sin condicionarlo a su completa cooperación en la lucha contra ETA. Jugar con dos barajas parece ventajoso pero resulta insolidario, irresponsable, indigno e injusto.Por lo demás, se diría que el tan mentado cambio climático. ha terminado por afectar también al curso político. Antes de las Navidades reinaba un clima revuelto que hacía presagiar inminentes tormentas electorales para el año venidero, cuestionándose la permanencia -del pacto de gobernabilidad. Así se interpretaban, al menos, las diversas escaramuzas parlamentarias: ley del catalán, decreto de humanidades... Pues bien, de lo dicho, nada. El regreso de las vacaciones ha vuelto del revés el cálculo del calendario. Hoy todos hablan de estabilidad y nadie augura ninguna clase de adelantamientos electorales.

¿Por qué? ¿Es que Aznar, Pujol y Arzalluz se disponen a sellar quizá,. en sus inminentes entrevistas, la renovación de sus pactos? ¿Acaso asistimos a una creciente compenetración política entre las derechas nacionalistas y centralistas? Desde luego, no parece que sea así. Antes al contrario, existen síntomas de que se agudizan las distancias entre Madrid y Barcelona o Vitoria. Y cabe sospechar, además, que en cuanto Aznar disponga de una mayoría sufliciente, que le permita prescindir del apoyo parlamentario de Pujol o Arzalluz, se desencadenará toda una cruzada españolista de reconstrucción nacional a juzgar por las conmemoraciones del 98 que se avecinan.

Entonces, ¿a qué viene esta prórroga del calendario electoral, cuya congelación hasta 1999 parece haberse sellado en las heladas pistas de Baqueira-Beret? ¿Qué es lo que realmente ha cambiado en el clima político con la entrada del nuevo año? Sospecho que la clave hay que buscarla en los barómetros electorales, que han demostrado la ruptura definitiva del empate técnico que hasta ahora equiparaba la intención de voto de socialistas y populares. La lluvia fina de que habla la propaganda gubernamental ha terminado por calar, inundando por goteo la indecisión de los electores. Y al acumularse en el tiempo, el crecimiento de la tendencia popular ha logrado sobrepasar el umbral de no retorno, terminando por distanciarse irreversiblemente de su rival socialista. El colofón más simbólico es que por fin Aznar supera en liderazgo a González y a Almunia, dando por concluido todo un ciclo de: vida política española. Ahora Sólo basta con esperar a que el PSOE se derrumbe solo, liberando un botín electoral que Pujol y Aznar podrán repartirse como buenos hermanos, hasta rozar en sus respectivos comicios la mayoría absoluta. Y apresurarse adelantando el calendario impediría redondear toda la magnitud del trasvase esperable.

Por tanto, la clave de este cambio climático reside no en los presuntos éxitos gubernamentales sino en la creciente percepción ciudadana del declive ineluctable del PSOE. Los malintencionados lo achacarán a la debilidad del liderazgo de Almunia, pero no hay tal. Sólo es el resultado aplazado de una ejecutoria cuyos errores y fracasos no se supieron reconocer y explicar a tiempo. Cerrada aquella vía, ahora hay que hacer borrón y cuenta nueva. Pero dado el procedimiento elegido por el PSOE para eludir su responsabilidad política, antes habrá que esperar a que concluya su terrorífico calendario judicial. Entretanto, alguien como Almunia habrá de gestionar la travesía del desierto. Y sólo después podrá pensarse en refundar el partido. Pero eso es harina de otro costal.

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