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Temor a que el consumo de sesos aumente el mal de las 'vacas locas'

Isabel Ferrer

, Los sesos de ternera consumidos en el Reino Unido en los años ochenta, en plena epidemia de las vacas locas, pueden haber aumentado de forma considerable la cifra de personas que corren 1 ahora el peligro de desarrollar la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (CJ), equivalente humano de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB).

Según los datos de un informe científico encargado por el propio Ministerio de Agricultura, hasta 200.000 cerebros anuales de vacuno fueron ingeridos entonces sin control sanitario por los británicos. Su venta, así como la de la médula espinal, ha sido prohibida. Ambos constituyen la parte más contaminada de la res y susceptible por tanto de transmitir la dolencia al hombre.

El estudio ha sido elaborado por el laboratorio nacional dedicado a analizar productos alimentarios y la comisión especializada en hacer lo propio con el ganado y las carnes. Bob Hart, uno de los autores del mismo, ha señalado que algunas de las prácticas habituales de los matarifes pueden haber agravado la situación.

Seso en pasta

"Antes de ser sacrificada la res es aturdida para que no dé coces. A .veces el cerebro y sus terminaciones nerviosas son pulverizadas con una vara flexible. Al colgarlas luego boca abajo la masa encefálica puede filtrarse por la cabeza infectando la sangre y la lengua", sugiere el científico.La lengua de vaca también ha sido vendida durante años por los carniceros sin que nadie pensara en los riesgos que ello podría implicar. En cuanto a los clientes, hervir los sesos de vacuno hasta que forman una pasta que puede untarse en el pan, es una costumbre muy extendida entre los hogares británicos. A la vista de los nuevos datos, Agricultura ha señalado que será necesario efectuar más análisis antes de evaluar los verdaderos peligros asociados al consumo de sesos de vaca.

Hasta la fecha 22 personas han fallecido en el Reino Unido aquejadas de la denominada nueva variante de CJ atribuida al consumo de carne de vacuno infectada con la EEB. La sangre donada por algunas de estas víctimas cuando incubaban sin saberlo la enfermedad constituye otra de las posibles vías de contagio aún por demostrar. Cerca de 3.000 británicos han podido recibir derivados sanguíneos procedentes de dichas donaciones efectuadas por un sólo enfermo, muerto a finales del año pasado. Sanidad conoce la identidad de todos los receptores pero ha decidido no informarles porque, oficialmente, "el. riesgo de infectarse con una transfusión es insignificante". Por otra parte, la venta de carne cercana al hueso ha sido también prohibida como medida precautoria. Se trata de evitar con ello que la proteína (prión) causante de la enfermedad y presente en el tejido nervioso próximo a la columna vertebral de las reses infecte al hombre.

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