El 'HubbIe' presenta un avance de como sera la muerte del Sol
Intrincadas formas relucientes, como espuma brillante, chisporroteo de burbujas, erupciones, y chorros de gas incandescente han descubierto los astrónomos en el cielo al fotografiar con gran resolución nebulosas planetarias. Estas nebulosas son la secuencia de muerte de estrellas corrientes, como el Sol, hinchadas en la fase final de su existencia. El telescopio espacial Hubble ha fotografiado ahora unas cuantas y en las imágenes se aprecian detalles tan asombrosos que los astrónomos se replantean sus conocimientos acerca de la evolución estelar y se preguntan cómo se dan forma a sí mismas estas esculturas incandescentes, cuyos rasgos deben estar relacionados con la interacción entre la estrella moribunda y otros cuerpos invisibles (planetas, estrellas más pequeñas o enanas marrones)."Estas nebulosas observadas con el Hubble nos dan un avance de cómo será el final del Sol. Dentro de unos 5.000 millones de años, después de que se haya convertido en una gigante roja abrasando la Tierra hasta convertirla en cenizas, nuestro Sol disparará su bella nebulosa y después se apagará en una enana blanca", dice Howard Bond, del Instituto Científico *del Telescopio Espacial (STScl).
Los astrónomos conocen más de mil nebulosas planetarias en la Vía Láctea, nuestra galaxia. Son la fase final de estrellas normales, como el Sol, mientras que los astros que son mucho más grandes mueren en una colosal explosión de supernova.
Un astro de tamaño medio vive unos 10.000 millones de años. En su interior las reacciones de fusión nuclear convierten el hidrógeno en helio y el calor generado contrarresta la fuerza gravitatoria de su masa. Alrededor pueden orbitar planetas, como la Tierra, en los que puede haber vida gracias a la energía que irradia. Al Sol, que ha vivido ya unos 5.000 millones de años, le quedan otros tantos.
Cuando la estrella ha consumido el hidrógeno empieza el final catastrófico. En un intento desesperado por subsistir, quema el helio en el horno termonuclear convirtiéndolo en carbono y el calor generado hace que las capas externas del astro se hagan muy luminosas y se expandan. El tranquilo astro corriente se convierte así en una gigante roja. Cuando el último reducto de combustible se ha agotado la estrella está muerta pero el calor remanente del núcleo y los pulsos internos afectan a las capas externas incandescentes de la nebulosa planetaria que se van difuminando en el espacio. Las diferentes temperaturas crean diferentes coloraciones de las capas de gas, la nebulosa, que llega a tener un tamaño mil veces superior al del Sistema Solar. Al final, queda un pequeño núcleo compacto, la enana blanca.
¿Qué le pasará a la Tierra cuando el Sol llegue a esta fase final? Resultará abrasada, sin duda. Lo que no está claro es si la gigante roja solar se tragará a nuestro planeta o si se quedará muy cerca. En cualquier caso la Tierra será inhabitable.
Este esquema general de evolución se conocía, pero una gigante roja produciría nebulosas de capas de gas esféricas y simples, en lugar de las complejas formas que ha fotografiado el Hubble. Los astrónomos destacan los siguientes detalles: discos y rosquillas de polvo que envuelven la estrella y que pueden estar relacionados con la presencia de invisibles compañeros; burbujas internas muy bien definidas, como un globo dentro de otro; bolsas brillantes en el borde de algunas nebulosas; chorros de partículas de alta velocidad que salen disparados en direcciones opuestas y chocan contra el gas circundante. "Las imágenes del Hubble son una fiesta para los ojos, su belleza sólo es comparable a su misterio", dice Mario Livio, del STScI.
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