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¿Euromediterráneo o Mediterráneo?

El segundo Foro Civil Euromed, que se celebró el pasado fin de semana en Nápoles, plantea de forma central qué se quiere decir y sobre todo qué se quiere hacer cuando se habla de euromediterráneo. ¿Se trata de designar el área que acotan los países de la Europa del Sur y del Norte de África? Y si ése es el caso ¿por qué no llamarlo afromediterráneo o arabomediterráneo? Tal vez sólo queremos referirnos a la interacción y al diálogo entre Europa, por una parte, y el Mediterráneo, por otra, pero ¿es que los países europeos del Mediteráneo norte, desde Portugal a Grecia, no son también mediterráneos? Y si no es así, si lo que busca no es amputar Europa del Mediterráneo ¿no se tratará de amputarle el Mediterráneo a Europa?Cabría pensarlo cuando se oye disertar a los expertos del Norte sobre la futura área euromediterránca de libre cambio, concebida como una instalación casi mecánica del mercado mundial. Un área que según ellos debe responder a los principios del libre comercio más radical y cuyas únicas pautas son las del economicismo reductor, incompatible con el modelo mediterráneo e incluso con el modelo europeo de sociedad. Modelos que comparten la opción de considerar indisociables competencia y solidaridad, libertad económica y cohesión social y cuya apuesta económica fundamental es la del desarrollo sostenible. Desarrollo inconciliable con la transposición al Mediterráneo sur de los usos y procesos del mercado mundial, cuyos efectos perversos se traducirán en . una agravación de la miseria, en un aumento de la inestabilidad económica y social, en una degradación aún más dramática de nuestro medio ambiente, en una radicalización de la dominación de los dominantes.

Porque el mercado, que es un instrumento, tiene que ser funcionalal contexto en que se usa y a las finalidades que lo presiden. Finalidades cuyo pleno sentido deriva del modelo en el que se inscriben. Heescrito modelo mediterráneo de sociedad y pienso que algún lector habrá sonreído entre escéptico y conmiserativo. Y sin embargo estoyconvencido de que es hoy uno de los marcos referenciales más consistentes de que disponemos en este umbral del siglo XXI: las tres religiones del libro que le son propias y la concepción de la trascendenciaa que dan lugar; la organización mediterránea del espacio urbano y lacentralidad en el del ágora, el zoco, la plaza real con las funciones políticas, rituales y de convivencia que desempeñan; nuestro sentido particular del honor y de la honra, soporte de muchas de nuestras reacciones básicas; la manera que tenemos de alimentarnos, que ha dado lugar a la hoy envidiada dieta mediterránea; la forma que tenemos de vivir nuestra dimensión comunitaria, es decir, de ser ciudadanos, enraizada en esas realidades fundamentales del Mediterráneoque son la Uma, el Pueblo elegido, la Comunión de los Santos tan lejos de la soberanía de la conciencia en los pueblos anglosajones; laracionalidad tal como la definió Ibn Jaldún y compartieron, criticándola y ocultándola, Ramón Llull y Tomás de Aquino; y un largo etcétera. Modelo de sociedad que en los mediterráneos del norte convive,a veces armónica y a veces conflictivamente, con el modelo europeo.Pero sin traumas ni catástrofes.

Al contrario, los profetas norteamericanos de la catástrofe que nos prometían trágicos choques de civilizaciones en el Mediterráneo se han equivocado de área. Las grandes perturbaciones a que se está viendo sometido el sistema mundial proceden del Sureste Asiático y son, en gran medida, consecuencia de la inadaptación de comportamientos económicos y financieros propios de otros contextos, que aplicados literalmente a ámbitos distintos, dan muestra de una gran fragilidad. Y es que si los problemas son de condición económica y social, las respuestas, las soluciones, para ser operativas y poder durar han de tener un fuerte componente cultural. Ignorarlo es miopía que se paga siempre cara.

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