"La ayuda humanitaria no puede seguir supliendo a las soluciones políticas"
Sérgio Vieira de Melo (Río de Janeiro, 1948) -filósofo de carrera- acaba de ser nombrado, por tres años, subsecretario general de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios y coordinador de Ayuda de Emergencia. Actual alto comisionado auxiliar de ACNUR, organismo de la ONU para los Refugiados -cuyo informe La situación de los refugiados en el mundo (editado por Icaria) presentó ayer en Madrid-, ha trabajado en Bangladesh, Sudán, Chipre, Mozambique, Perú, Líbano, Ginebra, Camboya, Ruanda y Bosnia-Herzegovina, y ha sido coordinador humanitario en los Grandes Lagos en 1996 y 1997. ACNUR trabaja para proteger a 22 millones de refugiados, desplazados internos, apátridas, solicitantes de asilo y retornados. Pero hay otros 25 millones sin protección.Pregunta. Un alto cargo de la ONU, cuando ve la foto de la última matanza de 1.000 tutsis en el campo de refugiados de Mudende (Ruanda), ¿siente la misma impotencia que cualquier ciudadano?
Respuesta. La impotencia siempre está, pero uno sabe que hay solución. Precisamente porque sé que los motivos de las crisis en Ruanda y Burundi son más complejos que ese mito que corre por ahí de que es una guerra étnica; precisamente porque las raíces del conflicto son la insuficiencia de tierras y la gran presión demográfica, sé que hay solución.
P. ¿Siente también impotencia cuando ve que por ejemplo Estados Unidos o China no firman el convenio de Otawa sobre minas antipersonas?
R. Mire, en 1992 fui el primer director del centro de lucha contra las minas en Camboya. En aquellos tiempos no podíamos confiar en que en 1997 más de 120 países iban a firmar en Otawa. Hay ausencia dé firmas importantes, pero incluso los representantes de esos no firmantes manifiestan deseos de corregirla pronto.
P. En el informe de ACNUR se alerta del peligro de que se produzca "un desprestigio" de la acción humanitaria.
R. La ayuda humanitaria no puede seguir supliendo a las auténticas soluciones políticas. Como éstas faltan, se ha recurrido como solución a la ayuda humanitaria, pero me parece una solución cómoda. Cuando trabajé con UNPROFOR (Fuerza de Protección de Naciones Unidas) en Bosnia, vi que los soldados españoles sentían la misma frustración que yo por no poder proteger verdaderamente a la gente y por no poder colaborar en la búsqueda de soluciones políticas.
Además, ha habido una multiplicación de organismos intergubernamentales y no gubernamentales de ayuda, y ello ha generado una competencia para lograr fondos públicos o procedentes de la generosidad ciudadana. Por carencia de apoyos políticos, la ayuda humanitaria se encontraba con que en los campos de refugiados no podía separar a las víctimas de las milicias criminales que habían provocado el conflicto: el caso de Ruanda es paradigmático. Si en 1994 la famosa comunidad internacional nos hubiera dado los medios militares y políticos precisos, y Zaire no hubiese obstaculizado, tal vez habríamos conseguido impedir lo que paso
P. A veces da la impresión de que la ayuda humanitaria llega, se estanca y la situación ya no se mueve.
R. Para no fracasar, esa ayuda tiene que ser corta y desembocar en soluciones rápidas. Si no, los asistidos se adaptan psicológicaniente y se hacen dependientes y dejan de tener iniciativas. Tras verse desterrados, se convierten en parásitos: eso es humillante.
P. Los países desarrollados esgrimen a menudo que muchos solicitantes de asilo fingen para disfrazar una emigración económica. ¿Puede llegar a ponerse en peligro el derecho de asilo?
R. Sí.Somos conscientes de que hay un tráfico organizado de personas procedentes de Asia que crean un grave problema en países de tránsito Como Rusia, Ucrania o Rumania y pueden crearlo en la UE. Nosotros intentamos ayudar a distinguir entre inmigrantes económicos y solicitantes legítimos de asilo. Estoy seguro de que la UE desea mantener ese derecho.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.