Manuel Rivas describe a la mujer actual a partir de un cuadro de Lichtenstein
Un cuadro del pintor norteamericano Roy Lichtenstein, jefe de fila del arte pop, le sirvió ayer al poeta y novelista Manuel Rivas para hacer una historia de la mujer contemporánea y, de paso, de la sensibilidad de nuestro tiempo. El cuadro es Mujer en el baño, de 1963, y el escenario que ocupó Rivas fue el ciclo El cuadro del mes, que organiza en Madrid el Museo Thyssen y por el que han pasado diversos escritores españoles reflexionando sobre su obra pictórica preferida.
Mujer en el baño inquietó al poeta porque cree que en esa obra están definidas algunas marcas de la edad contemporánea. El cuadro representa a una mujer pletórica, aparentemente feliz, que se baña rodeada de burbujas, en medio de una plenitud que parecía razonable en la época. Esa sonrisa que muestra esta madonna pop pintada por Lichtenstein, no es casual; en ella el presente se representa como futuro, y era un presente espléndido: se acababan de poner en marcha los electrodomésticos, es también el tiempo de las gramolas, y por tanto, de la expansión musical; nace el rock, surge la idolatría de la adolescencia, las casas se llenan de catálogos, e irrumpe la clase media. Y, además, se pone en marcha la aspiradora. El ámbito doméstico, pues, ya no representa la esclavitud, y todo, incluido este cuadro de Lichtenstein, es un anuncio.La Mujer en el baño está en una encrucijada en medio de ese presente esplendoroso y de un futuro inquietante; por eso ve Rivas en el ojo izquierdo ligeramente atormentado y estrábico de la mujer pintada por Lichtenstein la presencia de un pánico que ya se observa en un ojo similar que se advierte en una escena memorable de Psicosis: la protagonista de la película de Hitchcock se fuga con 40.000 dólares y aparece en un hotel donde cuenta el dinero con una expresión equívoca en el rostro: allí donde se advierte una felicidad expectante, lo que en realidad hay es pánico.
Una mueca de pánico
Mientras Lichtenstein pinta esa representación aparente de la felicidad doméstica comienzan a morirse rockeros famosos, se muere Kennedy, la música empieza a hacerse de otra forma, se ponen en marcha los movimientos por los derechos civiles, se descubren los tranquilizantes y la tranquilidad se receta y, sobre todo, según la famosa canción de la época, se casa Peggy Sue... Para Rivas, la mujer del cuadro famoso de Lichtenstein está casada... y es Peggy Sue.Esta evolución de los acontecimientos de la vida en 1963 le llevaron a Rivas a una reflexión superior sobre el papel de la mujer en la sociedad a partir de las evidencias del cuadro: la mujer empezó a dejar de ser "productora social de armonía", se intranquilizó y comenzó a adoptar posturas que la sociedad no podía aceptar.
Sin esa productora social de armonía, el mundo se viene abajo; todo ello es lo que provoca la siguiente evidencia: la mujer del cuadro es invisible, como lo es la presencia de la mujer hasta que ésta se rebela; y si se miran con detenimiento tanto el cuadro de Lichtenstein como la historia de la mujer contemporánea, lo que se aprecia es que esa sonrisa femenina deviene en realidad en una mueca de pánico; lo que esta mujer en realidad nos muestra es la opacidad en la que vive y desde el cuadro nos dice un epitafio con música de fondo de la época.
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