_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La inminente crisis de Europa con Turquía

IAN DAVIDSONEl autor señala que, tras el problema que plantearían las negociaciones de adhesión de Chipre con la UE, existe otro más amplio: el de las relaciones de Turquía con Europa.

El Consejo Europeo decidirá finalmente el viernes y sábado próximos a qué países pedirá que inicien negociaciones para ser miembros de la UE. Mucha gente espera que las invitaciones se dirijan a seis países (Chipre, República Checa, Estonia, Hungría, Polonia y Eslovenia) porque esta es la lista recomendada por la Comisión Europea hace unos meses. En el este de Europa, la elección de la UE será bien recibida sin duda por los cinco afortunados. En el caso de Chipre, la intención de la UE de negociar parece cada vez más un detonador político letal, con explosivas e incalculables consecuencias para la misma UE y grandes peligros para el orden político y la seguridad del Mediterráneo oriental.El problema es que el Gobierno oficialmente reconocido de Chipre no representa en realidad a toda la isla. Chipre lleva mucho tiempo dividida entre una mayoría grecochipriota en el sur y una minoría turcochipriota en el norte; es, en cierto sentido, una miniatura del más amplio y largo conflicto entre Grecia y Turquía. La división de Chipre es física y militar desde hace dos décadas, desde que el Gobierno turco envió en 1974 tropas al norte y ayudó a crear una separada y autodenominada República Turca del Norte de Chipre (RTNCH).

En la ONU, el Gobierno grecochipriota del sur es el único internacionalmente reconocido como autoridad de toda isla. Sólo Turquía reconoce la existencia del Gobierno de la RTNCH. Lo que no impide que, en cualquier negociación con la UE, el Gobierno grecochipriota pueda hablar en nombre de todo Chipre. No está claro cómo van a poder llevarse a cabo esas negociaciones, o qué clase de compromisos puede realmente firmar el Gobierno de Chipre. Hay señales aún peores: Turquía amenaza ahora con convertir la cuestión de Chipre en una crisis mayor sobre las relaciones entre Turquía y la UE o quizá incluso entre Turquía y la OTAN y el mundo occidental en general.

En el fondo, los turcos han amenazado con que si la UE abre negociaciones con el actual Gobierno grecochipriota, el Gobierno de Ankara hará la división de Chipre permanente, incorporando el norte a Turquía. Los turcos han dejado claro que el problema de Chipre es realmente parte del problema mucho más amplio de las relaciones de Turquía con Europa. Desde que Kernal Ataturk fundó la República de Turquía, en 1923, en el seno del problemático final de la Primera Guerra Mundial y el colapso del Imperio Otomano, los turcos han aspirado y proclamado ser parte de Europa y de Occidente, pero esta aspiración no ha encontrado reciprocidad en los europeos.

Cuando la guerra fría estaba en su apogeo, y la amenaza de la URSS en su punto más álgido, Occidente pareció recibir bien las propuestas turcas. En 1952, Turquía se convirtió en miembro de la OTAN (como Grecia) y en 1963, en miembro asociado de la CE. Sin embargo, en 1987, cuando Turquía solicitó su pleno ingreso en la CE, la Comisión inclinó los pulgares hacia abajo. Turquía era demasiado pobre y populosa (antes de la unificación alemana era más grande que ningún país miembro), sus antecedentes en el respeto a los derechos humanos eran inaceptables y quedaba descalificada por su invasión del norte de Chipre. Ahora Ankara insiste en que el asunto de Chipre pondrá en primera línea el problema de las relaciones de Turquía con Europa.

Lo que realmente quieren es un compromiso firme por parte de los europeos de que ofrecerán a Turquía el ingreso en la UE. De momento esto parece extremadamente poco probable porque las objeciones son tan serias hoy como cuando la Comisión las formuló hace diez años, pero si la UE sigue adelante con sus negociaciones de adhesión con Chipre, los turcos, en represalia, pueden bloquear la ampliación de la OTAN a la Europa del Este.

Algunos temen que la presente guerra de palabras sobre Chipre lleve a una guerra de balas entre Grecia y Turquía. El Gobierno grecochipriota anunció la compra a Rusia de misiles antiaéreos S-300. Dado que esos misiles pueden teóricamente atacar aviones de Turquía en el espacio aéreo turco, Ankara ha respondido que su despliegue puede ser casus belli. No es fácil ver cómo se va a poder impedir la crisis, o cómo la UE va a poder mantenerse fuera de lo que es un conflicto primitivo y atávico entre griegos y turcos. Algunos expertos dicen que aunque la UE abra las negociaciones de adhesión con el Gobierno grecochipriota, como está casi obligada a hacer, debe dejar claro que no pueden llegar a término sin un arreglo del problema de Chipre. Ninguna sutileza en el planteamiento de la cuestión chipriota evitará el problema mucho más amplio de las relaciones de Turquía con. Europa. Turquía ha sido vista en los últimos 50 años como un elemento esencial de la seguridad europea. Pero ahora, la seguridad de la UE en el sureste Mediterráneo se ve amenazada por el hecho de que Turquía, un miembro de la OTAN, y Grecia, miembro de la OTAN y de la UE, han desenvainado las espadas.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

lan Davidson es columnista del Financial Times. Copyright Project Syndicate.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_