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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un poco de asco

Aquí hay vómitos de comilones, simulación de obscenidades de grupo, rotura de platos y otros objetos: una buena dosis de asco, a la que precede un texto serio y bien escrito que dice muy bien el actor Chete Lera. El asco es un arma antigua: de cuando había teatro de provocación. Era parte de una guerra contra el burgués, el cochino burgués; sobre todo, contra su teatro amanerado y estupidizado. Lo consiguió: el teatro burgués quedó destrozado, y ahora ya no hay ningún teatro. Ahora hay cine burgués, televisión burguesa. Y continúa, tontamente, el teatro de asco.La provocación ya no tiene objeto. Empezó hace algo mas de cien años, con Ubu Rey, donde la destrucción del teatro y de la sociedad pequeñoburguesa se hacía mediante el texto y la burla por el figurín: todavía se sigue representando, aunque ya no es más que una pieza de museo. Durante ese siglo, la destrucción del teatro nos ha dado toda clase de alaridos, insultos al público, escenas soeces, acciones grotescas, escatológicas, obscenas.

Protegedme de lo que deseo

De Rodrigo García. Intérpretes, Chete Lera, Miguel Ángel Altet, Patricia Lamas, Víctor Contreras y Fernandito. Iluminación: Carlos Marqueríe. Dirección, Rodrigo García. La Carnicería Teatro. Sala Cuarta Pared. Madrid.

Sonidos violentos

Cada vez, como pasa con la adicción a la droga, se van añadiendo más cosas: en esta obra hay toda clase de sonidos violentos: sobre todo hay un enano que toca una trompeta feroz y otro que canta boleros desafinados. ¡Ah!, antes nos quejábamos de que se sacaran enanos a escena o en el circo porque nos parecía una crueldad; ahora salen en el teatro de destrucción.Está bien: éstos son buenos actores y de algo tienen que vivir. Y la escena trata de emparentarse a un circo. Así, el éxito de esta obra es, al mismo tiempo, su desastre.

Está muy bien hecha la provocación, muy dirigido el caos, bien escrito y dicho el texto, cacofónicos los ruidos y molestas las falsas escenas sexuales: y todo ello no conduce a nada.

Cierto que la pequeña burguesía está en su sitio, y esta obra se ha vuelto a la periferia y a salas deliberadamente incómodas para renegar del teatro de terciopelos, dorados y arañas de los dos últimos siglos; pero no va a ser por esta vía tan usada por la que la vaya a convertir. Ni a destruir. Lo aguantan todo. Y no van al teatro.

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