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"No descarto optar a la presidencia del Gobierno"

Aterrizó en la política como un meteorito, vehemente y batallador, a los veintitrés años. Y hoy, a punto de cumplir los treinta y nueve, reconoce que ha tenido dos maestros de los que ha aprendido muchas cosas: Tierno Galván en el Ayuntamiento de Madrid -"un personaje apasionante"-, y su padre, José María Ruiz Gallardón, "al que siempre vi", dice, "como la representación de la derecha democrática que siempre defendió las libertades".

Alberto Ruiz-Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid, ha recorrido ya todos los escalones del poder político, pero no duda en subrayar que José María Aznar se comprometió a no presentarse más de dos veces a las elecciones. Para entonces, Ruiz Gallardón propone que Aznar permanezca como presidente del Partido Popular. Y no descarta ofrecer su propia candidatura a la presidencia del Gobierno. Pregunta. Contra todo pronóstico, incluso contra los deseos de algunos, usted sigue haciendo política, y no solamente autonómica. ¿Cómo se las ha arreglado para no acabar en la cuneta? Respuesta. Por dos razones: porque Madrid es una comunidad extraordinariamente importante dentro de la vida política nacional como para que pase inadvertida la gestión de quién está a su frente; y porque yo siempre estoy dispuesto a pronunciarme cuando se me pregunta por los asuntos de la vida nacional. Y lo voy a seguir haciendo. P. Hay quienes le ven a usted como la imagen, la "gran esperanza blanca" de una derecha diferente que habla otro lenguaje que aún está por llegar. R. A mí nunca se me ha escapado que en determinadas ocasiones nuestros adversarios políticos han intentado buscar un punto de confrontación o de división entre la dirección del partido y concretamente entre su presidente, José María Aznar, y yo mismo. Yo creo que será el tiempo el que se encargue de demostrar que eso no es así. P. ¿Pero usted cree que hay intenciones perversas en quienes le reconocen como la personificación de una derecha diferente a la que nos gobierna a nivel nacional? R. Yo no hablo de intenciones perversas, yo hablo de intenciones políticas. No quiero hacer descalificaciones más allá de lo que yo quiero decir... Y en cuanto a la imagen, pues quizá no sea tanto un mérito mío, de mi equipo y de los que gobiernan conmigo, como de los muy fuertes prejuicios que sobre la derecha y el centro-derecha existen, existían, en nuestro país. Quizá esté pasando algo muy semejante a lo que ocurrió cuando el partido socialista llegó al Gobierno en 1982: que había un sector de la sociedad española que realmente desconfiaba de la capacidad de moderación de socialismo. Quizá también había muchos prejuicios contra la derecha, contra el centro-derecha español. Y lo que nosotros hemos hecho es demostrar que esos prejuicios carecían de fundamento. P. Lo cierto es que la idea de que usted pueda ser una alternativa no surge ahora, sino que permanece en el tiempo desde que Fraga abrió el debate sucesorio en el PP. R. No lo creo. Entre otras cosas porque, incluso por razones estrictamente de edad, yo nunca he estado en la competencia del lierazgo de Aznar. Soy una persona que ha llegado muy pronto al ejercicio de las responsabilidades políticas. Y está claro que si algún día tengo un proyecto que ofrecer a mi partido tendrá que ser después de que hayan transcurrido bastantes años en mi experiencia de gobierno de la Comunidad de Madrid. P. Como gesto singular se me viene a la memoria su iniciativa de recibir como invitado de honor al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Aquello levantó ampollas, incluso hubo gente del PP que le arrojó monedas... R. Cierto, cierto, en la Puerta del Sol. Aquello fue terrible... P. Entonces en su partido se le criticó agriamente; por lo que se consideró un exceso de protagonismo por su parte y por su acercamiento, entonces mal visto, al líder catalán, ¿no? R. No puedo ni voy a negar que hubo voces muy críticas... Pero también tengo que decir que fueron los menos y que, las más, aprobaron mi gesto y mi iniciativa. Y, además, el tiempo confirmó no sólamente la necesidad, sino la conveniencia de un entendimiento con los catalanes. P. Parece, en cualquier caso, que su partido, el Gobierno del señor Aznar, actúa más por razones de necesidad que por afinidad en su pacto con Pujol. R. Yo tengo mi personal visión respecto del problema con "los catalanes". Y entiendo que el elemento que impide una comprensión absoluta de la necesidad de entendimiento con los partidos nacionalistas, y muy especialmente con CIU, es la aritmética parlamentaria; es decir, la necesidad de contar con sus votos para completar una mayoría, y no la sincera convicción del interés político que esos acuerdos tienen, sin duda, para el conjunto de la nación española. P. Pero ese convencimiento no está tan extendido como usted pretende en el PP, ¿no? R. Pues yo estoy convencido de que el día que nosotros, desde una mayoría suficiente para gobernar en solitario, en lugar de hacerlo -gobernar en solitarío- convoquemos a un proyecto de Gobierno y consigamos que acepten esa convocatoria los partidos nacionalistas catalán y vasco, se habrá dado un paso de gigante. Me refiero a la construcción inteligente de pacto nacional desde el centro-derecha que esté articulado desde distintos partidos políticos. P. La oposición acusa al Gobierno de su partido de hacer concesiones a los nacionalistas que los socialistas nunca hubieran admitido. R. Es que unos pactos que se hacen por pura necesidad están bajo sospecha permanente, bajo una sospecha que la oposición muchas veces utiliza y convierte en crítica, como nosotros lo hacíamos en la legislatura pasada... Creo que los mismos excesos que nosotros cometimos en la legislatura anterior, contra el Gobierno de Felipe González, ellos los están cometiendo ahora en el ejercicio de la oposición. P. ¿Usted cree que es posible erradicar el sentimiento antinacionalista que existe en mucha gente que vota al PP? R. Lo que ocurre es que cultivar ese tipo de sentimientos es peligroso y negativo para la historia de España. Es cierto que existe un sentimiento antinacionalista en el PSOE y en el PP, pero se va reduciendo poco a poco... Yo creo que nosotros cometimos excesos cuando estábamos en la oposición, en la legislatura anterior, y creo que el partido socialista ahora también está cometiendo excesos cuando hace un discurso, a lo mejor fácil de vender políticamente al resto de España, de agravios económicos comparativos con Cataluña. Pero Cataluña es, después de Madrid, la comunidad autónoma que más aporta al reequilibrio territorial de España. La comunidad más solidaria de España es Madrid, pero la segunda comunidad más solidaria de España es Cataluña. P. ¿Pero usted está seguro de que las bases de su partido van a digerir fácilmente tanta renovación ideológica? R. Yo estoy convencido de que, si es verdad que los caminos pueden ser largos, al final, lo razonable funciona. En cualquier caso, yo creo que la dirección del Partido Popular no tenemos sólamente una obligación de hacer un discurso que agrade completamente a nuestras bases. El liderazgo consiste en decirle a tus propias bases qué es lo que tiene que hacer tu partido. P. A usted se le tiene por un buen fajador, un buen corredor de fondo, pero ¿cómo se ha sentido ante algunas voces que le han llegado a calificar de traidor, incluso de colaboracionista con el PSOE...? R. En política sólo los débiles, los que carecen de convicciones profundas, tienen miedo al encuentro y al acuerdo con el adversario. La intransigencia caracteriza a los débiles y los que carecen de ideas o de ideología... En cuanto a mis relaciones con el PSOE, soy de los que piensan que los encuentros entre los dos partidos que razonablemente liderarán el Gobierno y la oposición durante las próximas décadas, esto es, el Partido Popular y el partido socialista, deberían incrementarse para conseguir que los valores compartidos no fueran objeto de modificación cuando cambia el Gobierno, ni tan siquiera de utilización electoral. P. Hablemos de Filesa, señor Ruiz-Gallardón. Yo quisiera... R. No tengo inconveniente. Pero tengo que decirle, en primer lugar, que yo, personalmente, creo que uno de los elementos más perturbadores del funcionamiento de la Administración de Justicia es que los políticos hemos estado haciendo valoraciones desde el análisis político y no desde el análisis jurídico.Yo creo que los políticos, y más aquéllos que tenemos responsabilidades de Gobierno, deberíamos mantener un prudente silencio sobre los casos concretos sometidos a la justicia. P. La imagen de algunos responsables socialistas entrando en la cárcel, ¿qué reflexión le ha provocado? R. No quiero entrar en un juicio de valor sobre la escenificáción o la utilización que haya podido hacerse de esa imagen... Pero en un Estado de derecho hay que tener absolutamente claro que el respeto a las decisiones de los Tribunales de Justicia tiene que estar por encima de cualquier repercusión de carácter político. Por lo demás, se puede usted imaginar que a nadie le puede ni le debe agradar, ver entrar a alguien en la cárcel privado de libertad. P. El señor Durán i Lleida había planteado la conveniencia de un indulto, de una especie de borrón y cuenta nueva... Y los socialistas les acusan a ustedes de cinismo, de hipocresía... R. Primero hay que decir que el propio Durán i Lleida ha aclarado, no rectificado, el sentido de sus manifestaciones. En cualquier caso, no puedo estar de acuerdo con un indulto general, entre otras cosas porque sería contrario a la propia Constitución. Pero, sobre todo, es muy importante que quede claro que en el juicio de Filesa. lo que se ha juzgado han sido conductas individuales. No se ha hecho un juicio a la financiación de los partidos políticos. P. Pero se ha hecho un juicio a la financiación del PSOE, ¿no? R. No, no. Es un juicio a la actuación de determinadas personas, que eran los responsables de financiación del PSOE. Y eso es muy importante que se sepa. El PSOE no ha sido sometido a juicio alguno. Lo han sido determinados dirigentes. El derecho no admite reproches colectivos. P. Usted nunca se ha mostrado partidario de la estrategia de descalificación del adversario que sale del Gobierno. Pero eso es lo que hace el PP, según se quejan los socialistas... R. No, no lo creo así. Cuando a nosotros nos da el pueblo español la responsabilidad del Gobierno, lo que nos pide es que trabajemos en la construcción de un proyecto de futuro, no que vengamos a hacer una fiscalización del pasado. El partido socialista debería aceptar que lo que en estos momentos está presente en el debate político de la gestión socialista anterior no es porque nosotros lo hayamos puesto encima de la mesa, sino porque se está tramitando en el Tribunal de Cuentas o en el Tribunal Supremo. P. Pero también es cierto que su partido no renunció a formar parte de la acción popular en el juicio de Filesa. R. Fue una decisión que se adoptó antes de llegar al Gobierno. P. Pero que se podía haber rectificado. R. Se podría haber rectificado, pero luego... P. Pero no se hizo. R. Porque el propio tribunal ya lo hizo. Con todo, sí le diré que yo creo que no debemos, no es en absoluto conveniente, de cara al futuro, que los partidos políticos hagamos una judicialización de nuestras propias disputas. P. ¿Cree sinceramente que una estrategia de descalificación sistemática del PSOE llegaría a perjudicar al PP? P. El PP no la practica, pero, en el supuesto de que se hiciera, yo estoy' convencido de que los ciudadanos no entenderían que desde el Gobierno se hiciera una oposición a la oposición. No es el papel del Gobierno hacer oposición a la oposición. P. ¿Cree que ha disminuido la tensión entre el PSOE y el PP? R. Yo creo que desde el último congreso del partido socialista, si subsistía, como una herencia, una cierta tensión y crispación. Esa tensión y crispación no era por un hecho concreto, sino como un estado general de ánimo que no existe, de ninguna de las formas, en estos momentos. Y eso explica el porqué de la nueva estructura del partido socialista. P. ¿Es que Felipe González era, es, para el PP, p ara José María Aznar, la bestia negra? R. No se puede negar que construir una relación política con un peso tan importante del pasado a lo mejor era más difícil que hacerlo con personas que no tienen, en su experiencia vital, la confrontación que ha durado tantos años entre dos líderes que pugnaban por el Gobierno. P. ¿Le han preocupado las críticas de sectores de su partido que le acusaban de mantener una relación sospechosamente cordial con Felipe González? R. No me ha preocupado en absoluto. Yo siempre he procurado mantener buenas relaciones con todo el mundo. Tengo una vocación natural, no sólamente de entenderme con el máximo de gente posible sino también de aprender de todo el mundo. P. Esas acusaciones, que en ocasiones le han llovido de ambigüedad, de ambición... ¿no le debieran preocupar, y seriamente? R. Mire usted, llevo ya tantas en política, y tan acostumbrado estoy a ser el oscuro objeto de atención de muchos analistas políticos, sean próximos o no al PP, que, sin que esto suponga indiferencia, tengo que decir que vivo tranquilo conmigo mismo. Mi padre me enseñó algo que es importante. Él decía que la única forma de que no te duelan las críticas es no haberte alegrado antes de los elogios. Yo intento aprender tanto de un elogio como de una crítica. Y, bueno, sé perfectamente cuáles son mis obligaciones en estos momentos... Tengo claro cuál es mi proyecto político, sé muy bien qué es lo que tengo que hacer, y estoy sometiéndolo a reflexión. Pero no voy a dejar que esa reflexión me la hagan desde fuera de mi propia conciencia personal. P. Todo son especulaciones perversas respecto de sus proyectos políticos... R. Pues soy consciente de esa situación y le puedo asegurar que provoca una sensación que no es agradable. Sobre todo por las interpretaciones que se hacen de mis actuaciones y de mis gestos, de mis decisiones de Gobierno, incluso. Sobre todo dentro del PP y del centro-derecha. P. En cuanto a sus proyectos políticos, quisiera saber si usted no renuncia, cuando la cronologia y el orden natural de las cosas lo permitan, digamos que a una opción de máximo liderazgo en el Partido Popular R. Mi aspiración política en estos momentos es volver a ganar las elecciones en la Comunidad de Madrid, en junio de 1999. Yo creo que un político tiene que ser reelegido para consolidarse plenamente y mi proyecto político pasa por esa reelección. He sido secretario general de mi partido, he sido parlamentario, líder de la oposición, he tenido responsabilidades de Gobierno en la Comunidad de Madrid... Sin duda lo más fascinante de la política es el Gobierno porque es lo que permite transformar la realidad. En cuanto a otras aspiraciones, pues lo cierto es que José María Aznar ha dicho que va a ser presidente del Gobierno durante dos legislaturas, es decir, durante ocho años. Cumplidos esos anos, no veo que sea necesario que se produzca una sustitución en el liderazgo del partido. P. ¿Pero sí en la candidatura a la presidencia del Gobierno? R. Bueno, ha sido él quien ha manifestado que sólamente quiere ser presidente del Gobierno durante dos legislaturas. P. Y ¿se ve usted como posible candidato entonces? R. Desde la decisión que yo adopté, en su día, de solicitar al pueblo de Madrid su confianza para ser presidente de la Comunidad de Madrid, quiero decir que la respuesta a esa pregunta queda condicionada a mi gestión. Si esa gestión es eficiente, y es valorada así por los ciudadanos, y si, además de esto, yo tengo ánimos, ideas y capacidades como para presentar a mis compañeros de partido un proyecto, podría tomar esa decisión, que no tengo tomada hoy pero que desde luego no descarto... Lo importante es que el futuro de nuestro partido no lo veo como una necesaria identificación entre su liderazgo y el candidato a la presidencia del Gobierno. Insisto en la conveniencia de José María Aznar, cuando haya cumplido sus ochos años de presidente del Gobierno, deberá ser presidente del partido, porque ha de mostrado su capacidad para convocarnos a todos. Ése es un activo que yo no dejaría dilapidar por el hecho de que José María Aznar se haya comprometido a estar sólamente dos legislaturas presidiendo el Gobierno. P. Entonces, usted sería candidato si sus compañeros lo aceptaran, ¿no? R. No quiero comprometer ahora qué es lo que voy a hacer. Es algo que depende de cosas que todavía no se han producido. Pero tan irresponsable me parecería contestar con un sí tajante a su pregunta como también contestar que no. Porque un político, lógicamente, si tiene un proyecto de transformar la sociedad, en una democracia, el instrumento máximo de cambio es el Gobierno de la nación.

"Aznar debería permanecer como presidente del partido cuando deje La Moncloa. Es un activo que yo no dilapidaría" "No es el papel del Gobierno hacer la oposición a la oposición. El pueblo español no nos pide que vengamos a fiscalizar el pasado"`

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