_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un solitario radical

Andrés Trapiello

Una de las pruebas irrefutables de la inutilidad de los premios públicos, según para qué, es precisamente la que hoy nos proporciona éste: Gaya ha realizado en 87 años una de las obras más puras y exigentes sin haber obtenido ni un solo premio en su vida. Se ha dicho que la generación del 27 fue la de la amistad, pero no se suele decir que parte de lo mejor de ella estuvo integrada por quienes llevaron una vida de solitarios radicales, voluntariamente oscurecidos, y así podemos asegurar que Bergamín, Cernuda, María Zambrano, Gil-Albert, Rosa Chacel o el propio Ramón Gaya conocieron los dos destierros, el del exilio y el de sus propios paisanos. Pero como en materia poética la justicia es distributiva, hay que pensar que ninguna de ellas habría podido llevar a cabo su obra de no haber sido por ese retraimiento que a muchos de ellos les proporcionó fama, no siempre real, de ríspidos y "difíciles".La pintura de Gaya, serena y limpia, no sólo se ha hecho a trasmano, sino a la contra de un siglo epiléptico en materias artísticas. "Pintor, uno de los más solitarios y hondos que ha dado España a lo largo de este siglo", decía de él Juan Manuel Bonet en el diccionario de sus convulsas vanguardias. Y lo mismo podríamos asegurar de sus libros, tal vez los más importantes ensayos sobre arte escritos en España, como recordaba hace poco Alfonso Pérez Sánchez. El secreto de todo ello ha sido haberle sido fiel al mismo principio: el arte es realidad, la realidad es vida, y la vida sólo tiene sentido si nace de un sentir. Él mismo lo ha acuñado en dos frases, una de las cuales lleva a la otra: el sentimiento de la pintura desemboca siempre en la naturalidad del arte. Sentimiento y naturalidad han sido, pues, su permanente magisterio. Por esa razón le han bastado muy pocas cosas para llevar a cabo una vida como la suya, de perpetua y solitaria errancia. Gaya, casi una sombra de un siglo que él está llamado a representar como pocos de sus contemporáneos, ha llegado a viejo ligero de equipaje, como les ocurre siempre a los grandes artistas y creadores. Este premio que le han dado a los 87 años, y que seguramente aceptará con educado escepticismo y una sonrisa, lo confirma.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_