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La penuria del camionero

Los camioneros que trabajan en el vertido de escombros esquivan cada día multitud de baches. En los trayectos urbanos, tienen que evitar a la policía local, que les somete a una auténtica persecución según dicen. Una vez dentro de cualquiera de los dos vertederos que hay en Madrid, Las Cárcavas y el conocido como Mercamadrid [que recibe ese nombre por su proximidad con el mercado], revientan ruedas y amortiguadores con suma facilidad por el mal estado de los caminos y colisionan entre ellos cuando llueve.Los camioneros sobrecargan de peso sus vehículos y no hacen caso del tacómetro cuando les dice que deben aparcar y descansar un rato. El tiempo es oro sobre todo cuando, por su condición de trabajadores autónomos, carecen de sueldo fijo y sólo cobran en función del número de contenedores que vuelquen en el vertedero.

Para conseguir un sueldo de unas 120.000 pesetas mensuales, se juegan el camión en cada trayecto.

"En Las Cárcavas y Mercamadrid [el vertedero] se trabaja en muy malas condiciones" explica el camionero Julio Rodríguez, de 38 años. Antes que ponerse al volante de un Pegaso, Rodríguez fue electricista y repartidor de pollos. Tuvo que pedir créditos por todos lados hasta juntar diez millones para comprarse el camión.

"Al ir tan cargados y con baches de hasta un metro, destrozas el vehículo. Reparar un pinchazo sólo cuesta dos mil pelas, pero un reventón no tiene arreglo. Te tienes que comprar una rueda nueva y una de las de delante cuesta 70.000 pesetas. Las traseras cuestan menos, unas 35.000", explica.

"En los vertederos de Las Cárcavas y Mercamadrid en verano se interrumpe la actividad durante una hora al día porque, con el trasiego de los camiones y el vuelco de los escombros, se monta tal polvareda, que no se puede ni respirar", dice.

"El invierno es más peligroso. Los caminos de tierra se convierten en barrizales y cuando los camiones van muy cargados pierdes el control con mucha facilidad por lo que chocas con otros compañeros", denuncia.

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