El Ecofin alcanzó ayer un acuerdo sobre armonización fiscal, pero choca con el problema del Euro-X
Los ministros europeos de Economía y Finanzas (Ecofin) lograron ayer tarde un acuerdo sobre el paquete de medidas de armonización fiscal. El Ecofin llegó a un consenso sobre el código de la fiscalidad de las empresas y acordó pedir a la Comisión Europea que presente con carácter de urgencia un proyecto de directiva para armonizar la fiscalidad sobre el ahorro.Pero la euforia se acabó ahí. Los ministros de la Unión Europea no lograron superar sus diferencias sobre el llamado Euro-X y los países que se integrarán en el euro se reunirán por su cuenta cuando les parezca necesario.
"El euro es un matrimonio monetario y no queremos en la cámara nupcial a los que no se casan", afirmó con contundencia el ministro francés, Dominique Strauss-Kahn, al término del agridulce consejo de ayer. "No es el Euro-X lo que fomenta las diferencias. La gran diferencia es que unos estarán en el euro y otros no, sea por decisión propia o porque no cumplen los criterios", enfatizó el dirigente francés. Strauss-Khan aseguró que hay acuerdo entre los in para que la Comisión Europeas asista de vez en cuando a las reuniones de este grupo. El Euro-X es el organismo informal destinado a que los países que se integren en el euro puedan discutir sus problemas comunes. Los cuatro que se quedarán fuera (Reino Unido Dinamarca, Suecia y Grecia) quieren asistir a esas reuniones, a lo que se oponen ferozmente ale manes y franceses.
Horas de discusión
Pese a muchas horas de discusión, ayer no fue posible el acuerdo. La solución pasará ahora por el Consejo Europeo de Luxemburgo, que volverá a estudiar el asunto.Si allí no hay acuerdo -"los jefes de Gobierno perderán sólo 10 minutos en eso porque tienen cosas más importantes que discutir", pronosticó Strauss-Kahn incluirán en las conclusiones una mención al derecho de los países in a discutir sus problemas. Eso acabaría aumentando la fractura cada vez más amplia que opone a los in y a los out, a pesar de los constantes guiños a primer ministro británico, Toni Blair, y las permanentes alabanzas al cambio de actitud británica hacia el euro y su intención de integrarse en él en el momento oportuno.
El desacuerdo sobre el Euro-X ensombreció el consenso alcanzado sobre la fiscalidad. El código de conducta, un catálogo de recomendaciones políticas sin fuerza jurídica, entrará en vigor el próximo 1 de enero próximo, aunque su aplicación al completo no será obligatoria hasta cinco años después.
Alemania y Francia renunciaron a su exigencia de que el código se aplique al completo en dos años ya que Irlanda alegó que le sería imposible cumplir ese plazo.
España dio ayer su respaldo definitivo después de asegurarse de que no generará ningún conflicto con los actuales regímenes fiscales especiales de que gozan el País Vasco y Navarra, que no será una amenaza para los privilegios que disfrutan las islas Canarias, que no afectará a la actual normativa europea sobre ayudas de Estado y que el código será de aplicación en todos los territorios comunitarios, incluidos los dependientes o asociados a un Estado, como Gibraltar.
Ahorro
Esta colonia británica pertenece territorialmente a la Comunidad aunque allí no se aplica ni el IVA, ni las normativas comunitarias de imposición indirecta, ni el cordón aduanero ni la política agrícola común (PAC).La otra gran pata de la armonización fiscal, la que afecta al ahorro, quedó para tiempos mejores. Los ministros mandataron a la Comisión Europea para que presente con carácter de urgencia un proyecto de directiva que se fundaría sobre el principio de la "coexistencia": cada Estado podrá elegir entre aplicar una retención en la fuente o informar de forma obligatoria sobre los rendimientos del ahorro.
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