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La lenta caída de un edificio

Jan Martínez Ahrens

Antonia Jiménez Montoya, de 82 años, vivía desde hace 40 en su casa de la céntrica calle del Limón, número 13, piso quinto, puerta derecha. En un espacio de unos sesenta metros cuadrados por el que pagaba unas 40.000 pesetas. de renta antigua actualizada, esta viuda veía pasar los días con más melancolía que emoción. Golpeada por los achaques de la edad, cuidaba de ella, día y noche, una asistenta que el jueves, al desplomarse la vivienda, se había tomado su jornada de asueto. Antonia, como recordó ayer su hija, era consciente del peligro que corría y por ello había firmado el telegrama que se envió en el verano de 1996 a la propiedad para pedir que cesaran las obras. "Pero no quería marcharse porque en la casa vivían casi todos sus recuerdos", dijo su hija.Para Antonia, al igual que para el resto de los vecinos, la caída de este edificio de cinco plantas y más de cincuenta años de antigüedad había empezado en 1992, cuando la propiedad ofreció a los inquilinos de renta antigua dos millones de pesetas por marcharse. Muchos aceptaron, y el inmueble, poco a poco, se fue despoblando, hasta quedar los cuatro últimos: Antonia, otra viuda con un hijo, una pareja de hermanas con un niño y el portero, su mujer y su hijo.

Correr a ciegas

En la mañana de ayer, el portero, con zapatos recién comprados y una chaqueta prestada, recordaba sin inmutarse el derrumbe de su hogar. "Pues oí un estruendo y creí que se trataba de una bomba; luego se fue la luz. Todo estaba lleno de humo, y nos asustamos mucho, salimos corriendo a ciegas hasta alcanzar la calle. Antonia, que vivía en la parte derecha de la casa, estaba en la cocina cuando se vino cinco pisos abajo con el resto de cascotes". El desplome afectó a la escalera que dividía el edificio y a la parte derecha del mismo. Los desgajó de arriba abajo. "El siniestro se originó al ceder los pisos inferiores, que el propietario había vaciado de tabiques. El es el culpable", insistió la abogada de los vecinos, Ana María García Muro.Las viviendas que no cayeron quedaron cortadas por la mitad, dejando su intimidad al aire. Los técnicos de Protección de la Edificación, dirigidos por Fernando Macías, se hicieron cargo de su demolición entrada la tarde. Los vecinos de tres bloques aledaños (incluidos dos de la travesía del Conde Duque) fueron desalojados ante el peligro de que se registrasen nuevos derrumbes, y trasladados a centros municipales, donde algunos requirieron de la atención del Samur. Los supervivientes de la tragedia buscaron acomodo en casas de familiares.

Antonia será enterrada hoy a las 12.00 en el cementerio de la Almudena. El caso ha recaído en el Juzgado de Instrucción número 16.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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