El tiempo no pasa

El pasado lunes me ocurrió un extraño fenómeno mientras me encontraba leyendo el periódico. Resulta que al pasar a la página 22 de la sección España se produjo lo que yo entendí como un salto espacio-temporal de difícil explicación. De repente, me sentí en 1947, cuando leía la noticia de que el Gobierno desea utilizar las escuelas e institutos para fomentar el espíritu militar. Tuve que frotarme los ojos, pellizcarme repetidamente, e incluso tuve la tentación de salir a la calle y comprobar si realmente me encontraba en otra época. Después de unos instantes de confusión, y al continuar leyendo la noticia, comprobé que no, que me encontraba en 1997; al menos, yo sí, pero dudé mucho que gente como Esperanza Aguirre y demás. miembros de este Gobierno que nos ha tocado sufrir lo estuvieran.Me alegré de pasar este desagradable momento; de no tener que recurrir a Mulder y Scully; de no verme explicando mi caso a Pepe Navarro, mientras Krispín Klander se acercaba a mí con intención de pedirme el teléfono, y sobre todo me alegré de saber que, una vez más, esta panda de ineptos que nos gobierna seguía en su línea. Y es que para muchos, al parecer, el tiempo no pasa. Porque no basta con cambiarse las siglas para borrar el pasado: hay veces que éste pesa demasiado.