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Una Guardia Civil internacional

Andrés Ortega

Las operaciones internacionales de paz tienen a menudo más contenido policial que militar, especialmente una vez superado el estadio de la guerra, cuando se pasa a la estabilización o reconstrucción de la paz. Bosnia es un claro ejemplo. Los militares de la fuerza militar internacional, la Sfor, bajo mando de la OTAN, proporcionan un alto grado de seguridad y de disuasión. La policía internacional (IPTF), con 1.900 integrantes, sin armas, con un mandato limitado y dependiente de la ONU, tiene asignadas unas misiones muy limitadas. Allí se ha puesto de relieve un vacío entre estas dos componentes, lo que ha llevado tanto a Javier Solana como a Carlos Westendorp a reflexionar sobre cómo llenar el hueco. Pues se ha recurrido a la Sfor para operaciones que son claramente policiales, o la policía internacional sólo ha podido en ocasiones intervenir porque contaba, detrás, con el apoyo de la fuerza militar.En Bosnia, y en los meses pasados en Albania, ha surgido la necesidad de llenar ese hueco que se encuentra a medio camino entre las misiones militares y las policiales. Este modelo está ya inventado en términos nacionales con la Gendarmerie en Francia o la Guardia Civil en España, que ya tuvo un papel en la gestión de la crisis de la antigua Yugoslavia al participar en el control del contrabando de armas en el Danubio. Quizá falte una especie de Guardia Civil internacional.

En un reciente debate organizado en Berlín por el Financial Times y la Fundación Herbert Quandt, Solana hizo hincapié en la distancia que se ha generado entre "la capacidad de la Sfor para proporcionar un entorno seguro y los problemas con que se encuentra la policía local a la hora de garantizar la ley y el orden sobre el terreno, bajo control democrático", y mencionó la posibilidad de crear, bajo mando de la ONU, una fuerza permanente de policía, disponible en caso de crisis.

Es posible que la idea de una Guardia Civil internacional no tarde demasiado tiempo en prosperar, y sería una fórmula que podría servir también a EE UU para ir reduciendo su presencia militar en Bosnia. No sería descabellado que España se fuera planteando la posibilidad de sustituir, en parte, algunas de sus unidades militares por otras de la Guardia Civil, si otros países siguen por este camino en respuesta a las demandas de la autoridad civil internacional, línea que no suprime la necesidad de una fuerza militar internacional que aporta medios más poderosos y una sólida credibilidad en último término. El modelo del acuerdo de paz de Dayton para Bosnia parte de la necesidad de ir construyendo una policía local, y otorga esa función central de criba y formación a la policía internacional. Pero más allá de Bosnia, y especialmente en países o zonas donde no existe cultura policial democrática, esta línea de pensamiento merecería mayor atención para un futuro en el que puede aumentar la necesidad de intervenir en conflictos civiles. . Muchas de las misiones internacionales de paz de los últimos años, al intervenir en conflictos que tienen más de guerra civil que de conflicto internacional clásico, demandan la aportación de este tipo de fuerzas. Ya la Sfor cuenta con cierta participación de gendarmes franceses, y entre su policía militar en Mostar hay integrados guardias civiles españoles. Pero, para tener efectividad, la participación de esta clase de cuerpos tendría probablemente que superar el millar. Es un debate abierto, que crecerá a medida que se discuta la renovación de la Sfor.

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