Una comparación que duele
La equiparación con el nazismo -la ideología más execrable a ojos de un comunista-, la comparación de los militantes de la causa obrera con los camisas negras o camisas pardas hiere como un cuchillo al electorado comunista. Robert Hue, secretario general del Partido Comunista Francés (PCF), ha dicho que "millones de hombres y mujeres que creyeron en la manera en que se construía el comunismo viven hoy en el sufrimiento". Robert Hue ha ratificado "sin la menor duda" la condena del PCF al "estalinismo y sus crímenes".
Georges Marchais, el antiguo secretario general del PCE apartado de las esferas dirigentes desde la caída del muro de Berlín, declina sistemáticamente las invitaciones a los debates y repite que él no conoce Rusia ni la Unión Soviética. Frente a quienes no establecen distinción alguna entre el "genocidio de clase" y el "genocidio de raza", entre los campos de exterminio y los gulagui, intelectuales e historiadores subrayan que así como no es posible imaginarse el nazismo sin las cámaras de gas, sí es posible imaginarse el comunismo sin los campos de trabajos forzados.
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